Hoy he visto
Dredd (Dredd 3D), una de malos malísimos,
buenos durísimos y cascos feísimos.
Pete Travis dirige este nuevo intento de adaptar a la gran
pantalla el
comic de
John Wagner y
Carlos Ezquerra. Como desconozco la obra original, la
comparación la tengo que hacer con
Juez Dredd, el truño de 1995 protagonizado
por
Stallone. Digamos que supera en todos los aspectos a la tontería de
Sly y
olvidémonos del todo de esa película.
Dredd se sitúa en un futuro distópico en una ciudad que abarca media Norteamérica. Allí la ley es impuesta por los Jueces,
unos tipos que son policía, juez y verdugo todo en uno. La trama nos cuenta
como el veterano e implacable Dredd y una novata con poderes mentales, se ven
atrapados en un megabloque repleto de malutos.
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El casco y Karl Urban ¿quién lleva a quién? |
Karl Urban es un tipo que está eligiendo hacer papeles
bastante curiosos y que los más freaks ya tenemos en nuestro corazoncito por
ser
Eomer y el nuevo
McCoy. En
Dredd simplemente pone el morrito para abajo y
dice frases sentencia muy ochenteras.
Olivia Thirlby es la nueva en el cuerpo y
Lena Headey,
Cersei para los amigos, la traficante/asesina/ex prostituta que
pondrá en jaque a los agentes de la ley.
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Anda que menudo día para empezar hija... |
La elección de un argumento que cuente una operación de los
Jueces en un solo edificio me parece un acierto absoluto. Me temía otra
película donde, en la primera parte de una pretendida saga, se iba a indagar en
el por qué de la sociedad y su sistema judicial, así como el origen y méritos
del protagonista. Nada de eso, vemos un día en la vida de este macho y punto. Pues genial.
La banda sonora de
Paul Leonard-Morgan es muy correcta.
Toques electrónicos, ruidos metálicos y demás elementos que ayudan a crear una atmósfera claustrofóbica. Necesario en un bloque de doscientas plantas cerrado a cal y canto
y lleno de gente sucia con armas de fuego venga a sudar.
El caso es que
Dredd me gusta porque es simple y no
pretende ser nada más de lo que es. De hecho su mayor valor es que no contiene
muchos de los vicios del cine actual, podría ser una buena cinta de acción de
los ochenta o noventa y formar parte de las pelis de mi infancia. Como llega
tarde y ya soy un amargado no la recordaré con tanto cariño, pero seguramente
la vuelva a ver con ganas en un tiempo.
En definitiva, una de acción potente, violenta y sincera. Nada de
falsa moralidad o profundidad forzada. Podría decirse que es justo todo lo
contrario que la reciente revisión de
Desafío Total.
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