Brüno Borat G |
Tras los falsos documentales (más o menos) Borat y Brüno, Sacha Baron Cohen regresa a la ficción tradicional con
este retrato satírico de un tiránico dictador de oriente medio. Larry Charles vuelve a
ser el director de confianza del británico y juntos cuentan una historia muy
simple pero cargada de frases de destrucción masiva.
La trama nos cuenta como el joven
Aladeen, líder supremo de Wadiya, viaja a Estados Unidos con la intención de
no firmar un acuerdo democrático. Un complot urdido por sus más allegados, reemplazará al dictador por un doble con la intención de que este sí firme el
tratado y así explotar de un modo apropiado los recursos petrolíferos del país.
¡Fusiladle! |
Sacha Baron Cohen interpreta al
desagradable protagonista como él solo sabe. Es como Borat pero con pasta y poder. Anna Faris
es la joven hobbit naturalista de la que se termina enamorando de un modo
inenarrable. El reparto lo completa un malvado Ben Kingsley salido directamente del rodaje
de Prince of Persia: Las Arenas del Tiempo.
El hobbit y el superamericano |
Y como es una peli de Baron Cohen
está adornada con pequeñas apariciones estelares como John C. Reilly, Megan Fox o
Edward Norton. Hay una muy chula del chuache pero no creo que siquiera él lo
sepa.
La película funciona exactamente
como debería y es el producto que se esperaba. Y ese es el problema, que no hay
nada más. Es verdad que está plagada de momentos absolutamente
bestias y divertidos, pero le falta ese toque de macarra de la barra que tan
divertida hacía a Ali G. La estética y el ritmo están tan cuidados que la peli
parece americana, otra comedia más. Cualquier diálogo nos recuerda, eso sí, que
ningún hijo de los Estados Unidos ha escrito esas burradas.
Decoración palaciega |
Mención especial merece la banda sonora formada por una colección de temas bien conocidos pero pasador por el filtro del líder supremo. Destaca una versión del The Next Episode donde el estribillo pasa a ser Aladeen madefaker!.
Entre los mejores momentos se
encuentra una escena donde los dos árabes protagonistas, acompañados por asustados turistas, comparten un helicóptero para ver la ciudad desde el aire
mientras hablan del nuevo Porche 9/11. La escena culmen de la película es el
discurso final del protagonista donde pretende convencer a varios dirigentes
occidentales de las ventajas de una dictadura. Por supuesto, todos estos puntos
a favor son violaciones de derechos que ya ocurren en las democracias modernas
y los altos cargos se miran entre avergonzados y risueños. El discurso
optimista de El Gran Dictador de Chaplin convertido irónicamente en realidad
pesimista.
La pena de todo esto es que pese a
que resulte chocante y los más radicales de cada bando criticarán sin duda esta película, creo que nos hemos acostumbrado a ciertas cosas y cada vez que
oímos estas sátiras nos inmunizamos un poco más.
Una amiga que quiere unos diamantes |
Aquí el tráiler. No apto para los
que piensen que hay cosas de las que uno no se puede reír. Un 6’75.
P.D.: La película empieza con un
“in memoriam” y la foto de Kim Jong-il. Aquí el bueno de Baron Cohen liándola
en los Oscar.
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