Hoy he visto
El Legado de Bourne (The Bourne Legacy), un
quiero y no puedo en toda regla.
Tony Gilroy dirige y coescribe junto a su hermano el guión
de esta cuarta entrega de superagentes secretos basada en los personajes de
Robert Ludlum y en una de las secuelas escritas por
Eric Van Lustbader. Que
Gilroy fuese uno de los guionistas de la trilogía
protagonizada por
Matt Damon no ha sido inconveniente para que se olvidase de
cómo se narra un thriller y cómo se rueda una película de acción. De la
misteriosa trama genialmente expuesta por
Doug Liman en
El Caso Bourne y las
trepidantes escenas de persecución y tiroteos dirigidas por
Paul Greengrass en
El Mito de Bourne y
El Ultimátum de Bourne, pasamos a una reiteración de una
historia ya tratada, expuesta y rematada y tres escenas de acción flojas y sin
gancho.
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Está enfadado, quiere sus pildoritas |
La trama nos cuenta como la presión de Bourne por todo el mundo ha comprometido el
secreto mejor guardado de la CIA y deciden cortar de raíz, se cargan a todos
sus superagentes dopados. Pero claro, uno escapa y huye junto con una doctora
para que le solucione ciertos asuntillos de adicción. Que si
Treadstone por
aquí,
Outcome por allá y unos nuevos llamados
LARX, todos muy preocupados en
ser mejor que los anteriores pero un estorbo para los posteriores.
Jeremy Renner interpreta eficazmente a Aaron Cross, el
renegado protagonista.
Rachel Weisz es su pareja femenina y la pobre se pasa
toda la peli asustada.
Scott Glenn es uno de los enlaces con la trilogía previa
y junto con
Stacy Keach y
Edward Norton forman el grupo aburrido de la trama
donde nos repetirán todo lo que ya sabemos y llegarán a las mismas
conclusiones que sus predecesores.
Y es que la parte política y sobre la amoralidad de los
altos mandos, no es más que una vuelta a tratar los mismos temas de las
anteriores sin introducir absolutamente nada nuevo. Si se recorta toda esta
parte, la película sería un poco más ágil y se entendería igual.
En cuanto a la acción, digamos que poca y mala. Tras las
geniales coreografías de
Damon y el poderoso estilo de
Liman y
Greengrass,
entiendo que
Gilroy lo tuviese difícil para ganar en las comparaciones. Pero es
que no hay por donde coger sus tristes tres escenas con movimiento, sobre todo el
supuestamente grandioso duelo final. Básicamente consiste es una sosa persecución en moto mientras algún técnico golpea la cámara sin compasión para
que el publico no pueda ver lo triste del escenario. El resultado son quince
minutos borrosos y una caída de los protas de la moto antes de darse contra un
murete.
El final forzado en el barquito con la
música de
Moby casi
parece un robo de la trilogía que precede a esta cuarta parte que todos
olvidaremos cuando se hable de Bourne. ¿Qué hay otro Bourne a parte de
Damon?
¿te referirás al de
Richard Chamberlain no?
Aquí el
tráiler. Lo mejor que puedes hacer es verte las tres
anteriores que son geniales. Gracias a la acción de Bourne se reinventó Bond en
Casino Royale, espero que en esta no se fijen para
Skyfall. Un 5.
Cacafuti.
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