Hoy he visto
Anna Karenina, una sobre buscar el amor
arrasando con lo que haga falta.
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Cartel de cuento |
Nueva, aunque supongo que nunca última, versión de la novela
homónima de
León Tolstói. Según
IMDb, este es el vigésimo largometraje basado
en la obra a la que hay que sumarle seis series y otras dos películas para
televisión. Los fanáticos de
Tolstói espero que estén satisfechos pero yo,
total desconocedor del tocho decimonónico, me centraré en la que ahora toca.
La trama nos sitúa en la Rusia de la segunda mitad del siglo
XIX. Anna está casada con Karenin, un importante funcionario con el que tiene
un hijo. En un viaje a Moscú conoce a Vronsky, un oficial que se enamorará
locamente de ella y que la perseguirá hasta su regreso a San Petesburgo. Ambos
comienzan una relación que será la comidilla de la sociedad y la pesadilla del
pobre Karenin.
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Morritos Knightley |
Keira Knightley es una Anna Karenina perfecta. Sabe fingir
recato y timidez cuando debe, para después desatar sus pasiones o su ira contra
quien se cruce en su camino. Egoísta y prácticamente bipolar, su personaje no
conseguirá nunca lo que quiere porque ni ella sabe muy bien qué narices necesita para ser feliz.
Knightley vuelve a desencajarse la mandíbula durante horas poniendo la cara de
loca que perfeccionó en
Un Método Peligroso y convence también en las escenas
románticas.
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Kick-Ass ruso |
No tanto su amante,
Aaron Taylor-Johnson, que aguanta mejor
el plano cuando está él solo que cuando lo comparte con la prota. En esas
escenas parece desaparecer y perder toda la pasión que supuestamente lo empuja. Hay que reconocerle a
Taylor-Johnson cierto valor al elegir proyectos ya que de
Kick-Ass pasó a
Salvajes y después de este clásico volverá a los cómics en
Kick-Ass 2.
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Luciendo vestuario |
Domhnall Gleeson y
Alicia Vikander terminan quedándose con
la película. Su historia y relación es la más convincente e interesante pese a los pocos minutos de metraje que se les concede.
Matthew Macfadyen y
Kelly Macdonald defienden sus pequeñas intervenciones y
Jude Law está más soso que nunca como en Karenin. Los conocedores del original
sabrán, pero da la sensación de que el personaje del marido engañado es así de
aburrido desde la novela.
Joe Wright, el director, también ha probado con diferentes géneros. Empezó
con su premiada versión de
Orgullo y Prejuicio para luego volver a convencer a
la crítica en
Expiación. Con
Hanna demostró que podía ponerse moderno y
aquí intenta una mezcla extraña con una atrevida puesta en escena.
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El pobre cornudo |
Por un lado conserva el tono clásico, un vestuario nada
rompedor,
Oscar incluido, y decorados nada llamativos a simple vista. Por otro,
hace que sus personajes cambien de localización en vistosos planos secuencia
donde vemos como los falsos fondos se cambian por otros sin salir de una misma
estancia. Gracias a esto la película parece estar rodada íntegramente en el
interior de un teatro. Incluso los planos del tren yendo y viniendo de Moscú a
San Petesburgo no muestran más que una locomotora de juguete pasando entre casas de
muñeca. Solo en la historia de Levin,
Gleeson, el director permite verdaderos
exteriores para, según las notas de producción, demostrar que es el único que
está en contacto con la realidad.
Toda esta técnica consigue quedarse en un punto medio entre el
acierto total y la comedia no pretendida. En muchas ocasiones parece que los
protagonistas se van a lanzar a cantar y me pregunto si no hubiese sido buena
idea. La falsedad del ambiente debería haberse llevado un poco más al extremo y
yo, como fanático de
Moulin Rouge, hubiese acelerado tanto el ritmo
como el tono en sí de la historia. Si narras esto como un cuento de hadas, que
salgan hadas.
En conclusión, una película correcta, con buenas actuaciones
y ambientación atrevida que, finalmente, se queda un poco corta.
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Estos dos son los que molan |
pues vamos a ver...
ResponderEliminarMeto a la niña en los Crood y yo me trinco a la Karenina, en principio con mucha ilusión porque es mi género, ya comentaré a la vuelta.
Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarLa ilusión de recordar que es una obra de teatro me parece atrevida y original el vestuario grandioso(me sentó mal por los miserables, que era muy bueno pero...)
Lo del vals divertido y muy loco (los de al lado se largaron)
Personalmente me quedo con el marido (el amante como tu dices desaparece cuando sale la "pirata")pero el marido aunque su personaje es pura sosería consigue ser un grandioso soso, me convenció.
La escena final, aunque tierna me dejó preocupada. El hijo no crece nunca.