Hoy he visto
Blue Valentine, una sobre el amor, el paso del
tiempo y el desamor.
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Con lo que mola el cartel azul que todos conoceis |
Parece increíble pero llegó. Tres años después de su gira
por festivales y dos de su estreno en medio mundo,
Blue Valentine aterriza en España a un mes escaso de que la siguiente película de su director vea también
la luz. Las nominaciones de sus intérpretes, sus interesantes trabajos
posteriores y el imposible retraso del estreno, ha hecho que todo el público
potencial ya haya disfrutado de la película en estos años de letargo.
Supongo que si no se consigue ahora atraer a la gente a las salas y que los
críticos hagan cierto vacío, se sepa al menos que la culpa no es de los que han intervenido en la producción.
La trama mezcla dos momentos en la vida de una pareja. Por
un lado vemos escenas de su enamoramiento, cuando todo iba en la misma
dirección y los problemas no eran más que oportunidades. Por otro, seis años después cuando
ya nada queda de aquella pasión y solo una niña parece mantenerles unidos por
lo que pueda pasar.
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Michelle Williams años antes de ser Marilyn |
Ryan Gosling y
Michelle Williams están increíbles. Él estaba
en un punto de su carrera donde acababa de triunfar con
El Diario de Noa y
había decidido pedirle al mundo perdón haciendo películas mucho más
interesantes. Ella pasaba por un mal momento personal por la muerte de
Heath Ledger, ex novio y padre de su hija. Ambos interpretes se comprometieron
durante meses con el proyecto llegando a vivir juntos para conocer sus propios
demonios. El resultado es una sincera historia de romance y un desgarrador
relato de desamor.
Derek Cianfrance, director y coguionista junto con
Joey Curtis y
Cami Delavigne, intercala los dos relatos de un modo magistral. El
maquillaje que lucen los protagonistas en el tramo de la ruptura es tan creíble
como su relación, por una vez el envejecimiento forzado no da el cante y ayuda
a contar la historia. La idea inicial de
Cianfrance tras rodar la parte
positiva era esperar realmente seis años para grabar la otra mitad, cosa a la
que los productores se negaron en rotundo.
Y pese a lo intenso del montaje y las geniales
interpretaciones princípiales, encuentro en ciertos detalles del argumento el
mayor de los inconvenientes. Y es que es imposible no posicionarse del lado de
él y terminar pensando que ella es la culpable de todo. Lo que debería ser un
desmorone mutuo, se transforma en una lucha del personaje de
Gosling por salvar
todo lo que tiene mientras su pareja simplemente se aleja con desgana. La balanza
está tan marcada que las intervenciones de
Michelle Williams en el “presente”
se terminan por hacer insoportables.
Aquí el
tráiler. Imprescindible para gafapastas y modernos
varios pero claro, que voy a decir yo, todos vimos esta película hace tiempo.
Un 7.
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