Hoy he visto
To the Wonder, una de amor, desamor y lo que
ocurre en medio.
|
El cartel y Affleck confundirán a los románticos |
Con la polémica el pasado año de
El Árbol de la Vida, una de
esas películas que sitúan a crítica y público en polos opuestos,
Terrence Malick dejó de ser un director conocido solo por los “expertos” en séptimo arte
y pasó a convertirse en un ídolo para gafapastas incipientes. Por eso, y por
que esto de que estrene una obra suya al año es novedad, era de esperar la
expectación y posible decepción que iba a causar esta
To the Wonder.
La trama nos presenta a una joven pareja de visita en Mont
Saint-Michel. Parecen adorarse el uno al otro pero al volver a Estados Unidos
su relación comienza a flaquear. La hija de la mujer, abandonada por su primer marido,
no está a gusto en casa y pronto ellos mismos irán olvidándose de lo que sentían. Él comenzará
a visitar a una antigua amiga. Ella encontrará consuelo en las palabras de un
sacerdote en crisis y en los brazos de algún que otro marinero.
|
A quién estará mirando |
Todos los interpretes parecen estar de acuerdo en que, en las
películas de
Malick, hay que salir como si se estuviese de paso. Las emociones,
explicadas en voz en off, están prohibidas en plató. Por eso
Ben Affleck
parece por primera vez a la altura del resto de compañeros.
Olga Kurylenko es
la protagonista y la encargada de narrar las poéticas imágenes del realizador y su
director de fotografía,
Emmanuel Lubezki.
|
Ay el amor |
Javier Bardem es el cura del lugar y su interpretación se corresponde
con la del resto, posar con cara de pena mirando al infinito y realizando tareas cotidianas. Y es que el director repite el tono y la forma de
El Árbol de la Vida de manera exacta. Solo cambia el fondo: la metafísica por el amor, el
nacimiento por la “luna de miel” y la muerte por la infidelidad.
|
El Javi |
Al parecerse tanto formalmente es imposible evitar la
comparación y que esta salga perdiendo. Las poderosas y luminosas imágenes del
año pasado se transforman aquí en una cuidada fotografía con buen gusto
estético. La poética imposible pero sobrecogedora ahora no es más que una sucesión de ideas
sobre lo que debería ser el amor y lo que en realidad es.
Malick se copia así mismo consiguiendo no gustar a los
críticos que lo defienden y volviendo a aburrir al público que lo detesta. Aun
así, el gusto con el que está rodada la película y el espíritu poético con el
que está impregnada, hará que los fans más incondicionales disfruten como
siempre. Algo parecido a lo que nos pasó a los enamorados de
Magnolia cuando
vimos
The Master.
|
Con Mont Sain-Michel de fondo es fácil hacer una buena foto |
No hay comentarios:
Publicar un comentario