Hoy he visto
Asalto al Poder (White House Down), una de
disparos, youtubers y el presidente de los Estados Unidos.
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¡Más madera! |
Qué divertido es cuando en Hollywood entran en marcha los espías
industriales y coinciden proyectos sospechosamente similares. Gracias a esto podemos
discutir sobre si somos más de
Armageddon o de
Deep Impact o de que por qué
Un pueblo Llamado Dante’s Peak es un poco menos insoportable que
Volcano. Esos mecanismos
han vuelto a funcionar a la perfección y tan solo cuatro meses después de
Objetivo: La Casa Blanca nos llega esta
Asalto al Poder con idénticas
intenciones.
La trama nos cuenta cómo un grupo de terroristas toman la
residencia del presi y la lian muy parda. No contaban con que
Channing Tatum
estaba de visita con su hija y que el jefe del estado es el mismísimo
Django.
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En plena faena |
Tatum me cae bien, desde que cambió de manager y dejó los
romances pastosos por la acción tontorrona, su carrera se me hace mucho más
digerible.
Jamie Foxx es el presidente Sawyer aunque realmente no se han
cortado nada en plasmar una versión algo naif y tontorrona de
Obama. De hecho,
todo mola más si te olvidas del nombre y piensas que es al bueno de
Barack al
que estás viendo en acción.
Asalto al Poder es un tour por la Casa Blanca en toda regla.
Vemos a
Tatum revolcarse por las habitaciones más famosas como la sala de
prensa, el ala oeste y sus despachos, la residencia presidencial y hasta los
pasillos por donde
Kennedy colaba a
Marilyn Monroe.
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Alguien me está jodiendo el plan |
El director es
Roland Emmerich, el alemán que quiere ser
americano. Reconozco que todo lo que defiendo a
Michael Bay no me sirve con
Emmerich. No puedo con sus tonterías y me he aburrido mucho viendo algunas de
sus películas de acción absurda, sobre todo con su trilogía del horror,
El Día de Mañana,
10.000 y
2012. Por eso esta es una sorpresa porque aun siendo igual de
imbécil que las anteriores, me ha entretenido en sus dos horazas de imposibles
explosiones. Puede que el último cuarto de hora ya estuviese señalándole el
reloj al árbitro, pero mentiría si dijese que no lo he pasado bien.
Tatum y
Foxx
hacen una buena pareja y el momento limusina es un despiporre.
Una película ya no para los palomiteros, si no para los
que se compran nachos con queso o incluso pizza, que hay cines que tienen. Para
aquello que utilicen el séptimo arte como una diversión pirotécnica más. Deja
el cerebro en la puerta y mira como
Django Obama une a los pueblos de la tierra
en un tratado de paz total. Viva
Roland Emmerich, el americano total existe, y
es alemán.
Totalmente de acuerdo! Inverosímil, pero tremendamente entretenida.
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