Todo muy artístico |
La trama nos presenta a Carlos, un solitario sastre que vive
en frente de su trabajo y lleva una rutinaria y tranquila vida. Si no fuese
porque de vez en cuando va a matar a mujeres para comérselas sería de lo más
aburrido.
Antonio de la Torre realiza una aproximación acertada al
típico malvado protagonista que desde la simpleza pretende comernos el corazón.
El problema es que cuando habla no cautiva del todo y vuelven esas frases que, por forzadas, sacan de la historia. Olimpia Melinte hace
de dos hermanas en una decisión de reparto sin mucho sentido, supongo que así
se ahorran un sueldo. El caso es que cumple en sus dos papeles.
Lo mejor de la película, a parte de ese inicio a lo Death Proof, es la absorbente fotografía de Pau Esteve Birba. Limpia, fría y con
encuadres magníficos que aportan el escenario idóneo para que el guión tenga
que esforzarse poco para resultar agradable.
Hablando con la comida |
Estos huecos se rellenan además con sonido directo a un
volumen desmesurado que tampoco termina de envolver y enredar al espectador
como supongo que era su finalidad.
En conclusión, una buena idea demasiado alargada que termina
quedándose corta. Buenos elementos por separado que no consiguen el conjunto
que al que aspiran.
Parranda total |
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