Cartel molón de una escena que no lleva a nada |
La trama nos sitúa en un mundo en el que, tras un primer
brote zombi, la situación se ha controlado. Una parte minoritaria de la
población está infectada con el peligroso virus pero viven sus vidas de modo
normal, salvo por la inyección diaria que les separa de su transformación en bestia carnívora. Cuando el gobierno anuncia que quedan pocas reservas de esas
vacunas, la tensión se desata. Los grupos de protesta empiezan a matar a los pobres
infectados antes de que se trasformen y los protas, una doctora y su novio
retornado, huirán del ingreso obligatorio en un centro de vigilancia.
Emily Hampshire y Kris Holden-Ried no hacen un trabajo malo
pero sí insípido. Los canadienses dan el perfil de intérprete desconocido que
te topas en una película para televisión y claro, esto no ayuda. Sobre todo
cuando los demás apartados de la película apuntan en la misma dirección.
Protas muy pensativos |
El tema zombi da sus últimos coletazos antes de volver a la
serie b, de la que nunca debió salir y que sigue siendo el espacio que mejor provecho
saca de los muertos vivientes. Aun así esta última cinta tienen momentos interesantes que,
aunque no terminan llegando a nada, entretienen a ratos y no están del todo mal
concebidos. Los que no se pierdan nada del género no lo lamentarán.
Uno de los dos momentos tensos de la peli |
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