Mucho Ruido y Pocas Nueces (Much Ado About Nothing), una de príncipes, condes, envidias y engaños.
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Ya mismo en 3 o 4 salas |
Joss Whedon los tiene
cuadrados. El director y guionista de
Los Vengadores, tercera película más
taquillera de la historia y vigesimoséptima teniendo en cuenta la inflación,
dirigió esta versión de la obra de
Shakespeare con el texto original, en blanco
y negro, en su casa, con su propio dinero y en solo doce días como descanso
después de rodar la mega producción marveliana. Y encima es mejor que prácticamente
todas las comedia románticas de este año.
El argumento es el de siempre,
Benedick y Beatrice se quieren pero no lo saben y Claudio y Hero son engañados
por el pérfido Don Juan, hermano del príncipe Don Pedro que está a verlas
venir. Todo esto en una casa californiana actual con cámaras de seguridad
incluidas.
Es difícil encontrar alguien en el
reparto que no haya salido en un producto anterior de
Whedon. Actualmente los
más conocidos son
Clark Gregg y el payaso de
Nathan Fillion. Lo de payaso que
conste que lo digo en el mejor sentido posible.
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Cuidadito con el guarda |
Es una película tan ligera visualmente
como disfrutable. Puede que al principio cueste empastar los diálogos del siglo
XVII en un decorado casero de pleno siglo XXI. Incluso su blanco y negro
perfectamente digital hace que meterse en la película cueste tanto como hacerlo
con un corto amateur de youtube, pero en cuanto los personajes de
Shakespeare
empiezan a fluir y ves como
Whedon juguetea con ellos, no te queda otro remedio
que disfrutar de la gamberrada.
Sin medios, con cuatro duros y con
una puesta en escena de trabajo de fin de curso, el director ha sabido sacarle más
jugo al dramaturgo inglés que muchos de los que dedican su vida a conseguirlo.
Respeto mucho a
Kenneth Branagh, que además también le dio a
Marvel, pero esta,
por atrevida y simple, es bastante más interesante que su
Mucho Ruido y Pocas Nueces.
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