Nymphomaniac. Volumen 2 (Nymphomaniac: Volume 2), una fusta,
una pistola y un chiste malo.
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Cartel completista |
El caso es llevar la contraria. Después de defender al danés
como lo hice por la
primera parte de esta locura, debo reconocer que todo se viene
abajo con la mitad de cierre.
La trama continúa donde lo dejamos, Joe y Seligman comparten
un cuarto, una taza de té y varias historias sobre la perturbadora vida de la
protagonista. La cosa empieza bien, tras un casi satánico suceso en su
infancia, nos enteramos de cómo buscó desesperadamente el placer perdido.
Gracias a esto llegamos a una oscura trama de masoquismo que sigue el tono
esperado. El problema es que en la hora y pico siguente,
von Trier se pierde
con una tontada sobre chantajes y convierte a la ninfómana en una
maestra, padawan incluida. Todo esto resulta largo y fuera de lugar hasta
que llega la escena final y, desesperado por demostrar lo chulo que es, incluye
un gag de mal gusto que tira por tierra toda la construcción de los personajes
principales. Cuatro horas destruidas en cuarenta segundos por una sacada de
polla de un director más pendiente, ahora sí, de la polémica que de crear algo
realmente redondo.
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Billy Elliot se pasa al sado |
Charlotte Gainsbourg toma las riendas en esta ocasión, no
solo hablando con el bueno de
Stellan Skarsgård, si no siendo ella misma la
protagonista de sus aventuras. Su trabajo es correcto pero al no interesarme como antes, me quedo con las conversaciones reconfortantes el lúgubre habitación del hombre amable, que no es poco.
Mia Goth es la encargada de seguir
sus enseñanzas pero ya digo que mejor no digo mucho de esta parte.
Jamie Bell se queda con el tipo más interesante de este
capítulo, un sádico torturador que hace que
Cincuenta Sombras de Grey sea un producto
Disney. No se puede decir lo mismo de
Willem Dafoe, presencia momentánea con
tres frases, o del maltratado
Udo Kier que no sé por qué sale en carteles
promocionales si aparece unos quince segundos. En
The Lords of Salem su papel
también fue recortado y se le veía de fondo en una escena. Pobre
Kier, con lo que
mola.
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Jugando raro |
Del potente heavy metal poético sexual de
Nymphomaniac. Volumen 1, se pasa a problemas diarios, tramas innecesarias y reiteración de
ideas mejor tratadas con anterioridad. Ya no hay
Rammstein ni polifonías de
Bach, sólo un desperdiciado Beethoven y falta de ganas. Parece mentira que sea
la segunda mitad de la misma película, la sensación que deja es más la de una
secuela tardía rodada por separado debido al éxito de la primera. Siendo un mismo
producto, digamos que ha resultado ser una peli de cuatro horas con un muy buen
inicio que, poco a poco, pierde fuerza hasta convertirse en una tontería. Y lo
del final claro, qué mal
Lars.
Y como él mismo dice que esto es el final de su “trilogía de
la depresión”, voy a valorar esa tríada de cuatro pelis y finiquitamos. Ya
sabéis que este tipo
está loker, si os parecen mal mis notas no me juzguéis a
mi, id a por él.
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Arden las calles al sol de poniente |
Aquí el
trailer, que vuelve a ser de las dos partes porque no hay otro. Es curioso que después de dar la tabarra
con lo de la peli porno, al final no sea ni de lejos su producto más polémico.
Un 6.
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