Si esos son los mejores 90 minutos... |
En 2007, se decide reformar por completo y comienza su
vaciado, es decir, arrasar con todo lo que no sea la fachada y soportes
principales. En ese momento, Víctor Moreno consigue un permiso y, durante un
año, graba a los obreros rompiendo paredes y sacando escombros. Después la obra
se canceló y el edificio se quedó como estaba.
Así, lo que hubiese sido un cortometraje brillante sobre el
esqueleto de los recuerdos, la melancolía por el pasado o una inteligente alegoría
de la burbuja inmobiliaria centrada en un solo edificio, se convierte en 94
minutos de obreros tirando paredes y respirando polvo. De vez en cuando, casi
sin querer, se escapa la historia de algún trabajador o vigilante del lugar. El
director, por lo que sea, no indaga en ninguna de estas y deja que el ruido de
fondo se entremezcle haciendo imposible disfrutar siquiera de esos momentos.
La mole |
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