Cartel molón |
La trama nos presenta un pueblo donde han ocurrido diversos
asesinatos de niñas. El padre de una de las víctimas no soporta la presión y
secuestra al mayor sospechoso con la intención de hacerlo hablar. Uno de los
policías implicados en el caso, cansado de la falta de pruebas, también
decidirá tomarse la justicia por su mano.
Rotem Keinan es el supuesto asesino y Lior Ashkenazi y Tzahi Grad los maestros torturadores y uno de los grandes aciertos del film.
Ashkenazi está soberbio como policía quemado con el mundo pero de fondo bienintencionado. Su interpretación es tan opuesta a la que hizo en Pie de Página
que me ha sido imposible reconocerle hasta buscar su ficha. Además, sin barba ha
dejado de parecerse a Steve Carell para ser una especie de Jeremy Renner.
Típica localización de clip de metal |
El tercer elemento fundamental, tras la música e
interpretaciones, es la dirección y gusto estético de sus realizadores. Cruda y
clara como ella sola, transmite la porosidad de la piedra de las paredes
mientras sabe mirar hacia otro lado cuando ya hemos tenido suficiente.
Salseo salseo |
En definitiva, una obra atractiva, elegante y directa a la cara. Un
ejercicio gamberro pero inteligente de dirección donde el cuento se pone por encima de la historia. Una película que ha conseguido salir a flote gracias a la frase
que puede lastrar la opinión de muchos por aquello de las altas expectativas.
Si vas a verla sin tener en cuenta la promo del bueno de Quentin, te gustará
más. Al fin y al cabo, también incluyó en la lista de 2013 a El Llanero Solitario.
A ver, algo habrás hecho y me lo vas a contar |
jajaja mazo wildhead...
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