The Second Coming 3D es una producción china dirigida por Ng Tin Chi. La trama nos cuenta cómo una niña que sobrevivió a su propio aborto,
ojito con esto, parece estar sufriendo una serie de alucinaciones espantosas.
Podría decirse que es terror asiático en estado puro pero no estoy tan seguro,
parece que el director intenta alejarse del tempo sosegado de sus colegas a
base de triturar el montaje con fundidos a negro constantes. El resultado es un centenar de escenas tontorronas donde todo vale para intentar crear tensión,
incluido hacer ruidos ensordecedores para que la sangre atraviese la cuarta
pared y aparezca en los oídos de los espectadores. El caso es que todo es muy
tonto y a medida que avanza, la cosa empeora. Lo bueno es que al
estar en un festival, la última media hora fue todo un despiporre entre la
audiencia y, de momento, se lleva el premio de mejor comedia no pretendida. Un 4’5.
Beneath es una cinta americana rodada por Ben Ketai y ha
sido la sorpresa del día, a veces cuando no esperas nada ocurren las mejores
cosas. El argumento es sencillo, unos mineros sufren un accidente y quedan
atrapados bajo tierra. Una vez allí, irán oyendo ruidos y desapareciendo poco a poco hasta
que hasta el más duro pierda la cabeza. Eficaz película claustrofóbica donde
saben sacarle partido a los pasillos y la oscuridad sin tener que venderse a la
pesada primera persona, gracias a quien corresponda. Y es que esta peli es tan
sencilla y clásica que funciona sin artificio de ningún tipo. La dirección e
interpretaciones dan la talla por encima de los decorados repetitivos peo claro, cómo van a ser en una mina. Su
ritmo no permite mirar el reloj a nadie y cuando podría empezar a hacerse pesada se acaba. Si ayer la sorpresa la dio el terror
fuera de la montaña, hoy nos metemos dentro para pasar el mal rato. También
reconozco que el corto documental Minerita sigue siendo más terrorífico, puta realidad tete. Un
7’5.
Viy 3D es la inestable apuesta rusa realizada por Oleg Stepchenko y que ha arrasado en su tierra. Basada en el relato clásico de Nikolái Gógol, narra cómo un pobre
filósofo tiene que velar el cadáver de una supuesta bruja durante tres noches.
La cosa sale regular y años después, un cartógrafo inglés se topa con el relato
y decide investigarlo. Pasan muchas cosas más pero el jaleo es tan desproporcionado
a mitad de la película que no estoy muy seguro de cual es la trama principal, las secundarias y los adornos. Y
es que ese es el problema, ni la falta de presupuesto para CGI, que dicho sea
de paso consigue unos bichos bastante molones, ni los choques entre el reparto
ruso y el inglés. Lo que hace que se hunda es su montaje alocado y a
trompicones. Viajamos en el tiempo aquí y allá con personajes que se parecen y
hacen que montar el puzle en la cabeza sea imposible, seguro que el pobre Jason Flemyng aun no sabe de qué va. A pesar de su currada
escenografía y diseño de producción, soportarla termina siendo una proeza. Una
pena que no le dedicasen más tiempo a pensarse todo antes de empezar a rodar y montar a lo loco. Por cierto, si alguien me puede decir qué pinta aquí Charles Dance lo agradecería. Un 4’5.
En cuanto a los cortos, A Journey Far Away (Een Verre Reis) es una propuesta
graciosa que termina quedándose en nada y Sinnside, aunque casi podría decirse
lo mismo, se gana más al público con un recital de horrores infantiles.
También se ha proyectado la película Soulmate de la que la
gente no ha salido muy contenta. Y nada más porque esta jornada hemos
compartido el Palafox con un enorme grupo de abueletes que iban a la sala 1 a
ver una ópera. El verdadero terror hubiese sido cambiar la proyección, los
jubiletas en la mina y nosotros a gorgorito limpio.
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