Bueno, esto no pasa en la peli |
La trama nos sitúa diez años después de los sucesos
anteriores. La enfermedad conocida como Gripe del Simio ha arrasado con la
población humana hasta casi extinguirla. Los primates viven en una pacífica
comunidad forestal pero, como todo lo bueno se acaba, se topan con unos cuantos de esos supervivientes.
Cuando el líder chimpancé decide ayudar a los hombres desesperados, no tardarán en
surgir discrepancias dentro de su grupo.
Andy Serkis vuelve a demostrar que es el más grande en lo
suyo. Que detrás de todo el CGI se pueda seguir notando su magnífica actuación, significa que ha llegado a un punto donde le será difícil hacerlo mejor. Caesar
es imponente, tierno, inteligente y astuto, todo gracias a Serkis.
Venga que te perdono |
Y es que si hacer una buena primera parte de un tema tan
quemado era complicado, no me imagino lo que ha debido de ser esta. Han arriesgado
mucho, el grueso de la película son simios hablando entre ellos por signos en
un bosque, algo tan lejos del blockbuster veraniego que asusta. Lo curioso es
que lo hacen de tal modo que no sólo se disfrutan sus dos horas sin mirar
el reloj, si no que no le haría ascos a una versión donde poder observar más
tiempo con el día a día de la sociedad de primates peludos.
El humano molestando |
Que el resultado sea así de bueno es aun más impactante teniendo en
cuenta que es el tramo complicado, el momento intermedio entre el alzamiento de
la primera y la guerra que llegará en la tercera. En la saga original ya
intentaron hacer algo parecido y fue cuando quemaron sus últimos cartuchos.
Digamos que si El Origen del Planeta de los Simios tenía como cinta más similar
La Rebelión de los Simios, esta se acerca más a la quinta y más floja La Conquista del Planeta de los Simios. Ver aquella y lo que se ha logrado con esta,
es darse cuenta del mimo con el que se está tratando esta franquicia. Me
imagino al pobre Tim Burton saliendo de la sala diciendo: Otra vez, ¿¡cómo lo
harán?!.
En conclusión, un nuevo capítulo esperanzador para los
productos hollywoodienses, las salas veraniegas y el público de palomitas que
puede parar de rascar en el cubo de vez en cuando. Un cuento más duro que el anterior
pero igual de interesante.
Caesar te vigila |
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