22/9/14

San Sebastián día 2: lo otro

Bienvenidos a lo bueno, lo que chana, lo petante. Recuerda que en San Sebastián día 2: las películas está la información oficial, esto es otra historia, esto es la crema. Vamos a ver, por dónde iba:

Excavadora de la muerte
Amanezco con ganas de levantarme, aunque sólo sea por cambiar de postura porque entre el portátil y el tamaño de la litera la noche fue algo dura. A parte de ese inconveniente, el agobiante calor húmedo que te obliga a sudar seriamente y el jaleo de fiesta que se oye en la calle hasta bien acabada la madrugada, el descanso es reparador.

Puede que por eso, o animado al verme solo en mi cuarto, olvido todas mis obligaciones internautas y me pongo el bañador. La playa está bien peinada gracias al trabajo nocturno de la excavadora de la muerte (ver entrada anterior) y decido dejar la toalla con las zapatillas en una esquina para que no se la lleve el viento. Este consejo es brutal pero os doy otro, meter el móvil y demás objetos robables dentro, ahí NUNCA mirará el ladrón de objetos a la vista. Corro al agua cual mochuelo, como niño de campo que aun se emociona con el mar y su perturbador embrujo. Al meter el pie no puedo evitar pensar en Leonardo DiCaprio. Concretamente en Titanic, al final.

Dibujo de mi compañero
El Cantábrico es frío, posiblemente es el primer adjetivo que merezca, pero también entretenido. Que se lo digan si no a los cuarenta surfistas que, mientras estoy saltando las olas como abuela con gorro sobre permanente, me rodean de todas partes para pillar olas molonas y hacer que mis otrora divertidos brincos, queden en nada. Me parece distinguir a Yisus entre ellos pero pienso que es imposible, Él siempre me giñaría un ojo o algo así.

Con el pelo que se imagina Paquirrín en sus sueños más golosos, me veo reflejado en el espejo del ascensor que me lleva a mi albergue de confianza para ver qué tal lo de las duchas. Descubro que hay un segundo baño cuando un tipo desgarbado me dice que están ocupados lo dos. Tras quince minutos muy duros mirando un mapa donde han marcado en rojo esta dirección con el atractivo nombre de Olga’s Palace, añadid eso a la lista de títulos del albergue, sale la italiana y pretende entablar una amigable conversación de pasillo. Yo hago como que me tropiezo para caer justo en el baño, cerrando la puerta y metiéndome en la ducha. Qué caída más tonta.

La sala de redacción un momento
Ahí todo bien, que sé que alguno espera que me pasen cosas brutales por todas partes, pues no, me ducho y punto. Luego pierdo quince minutos buscando las gafas y llego a pensar que la italiana, vengativa por no darle charleta, me las ha robado. Como cada vez que pienso eso, aparecen sorpresivamente en su funda.

Voy animado y haciendo coreografías imposibles con los donostiarras hasta la sala de redacción y me pongo a escribir sobre las pelis del primer día tecleando fuerte, como recordando los fantasmas de máquinas de escribir difuntas. Me llaman la atención y paro. La sala se llena y vacía periódicamente, casi siguiendo una constante. Busco el patrón mirando fijamente y me pare que veo pasar las estaciones del año. Me llaman la atención y paro.

La misma sala un segundo después
Termino mi cometido como periodista sin empleo y voy de sala en sala, buscando las butacas más elegantes. En una de las sesiones vivo la misma experiencia que Goku en la Sala de Entrenamiento y cuando salgo sólo han pasado dos horas pero para mí han sido varios meses. Maldito cine chino a la hora de la siesta, sienta regular.

Entre pase y pase, me doy un garbeo y, sin venir a cuento, llueve. Es cierto que la gente aquí es de otra pasta, se pone a llover con ganas pero nadie cambia su vida. Los niños siguen comiendo helados, los ancianos paseando, las parejas discutiendo… les da igual. No vi a nadie hacer ni el gesto ese ridículo de subir los hombros para mojarte menos. En mitad del aguacero creo ver a Harrison Ford en una cafetería pero resulta ser un anciano cualquiera. Pues qué pena.

Indy muy jodido con fan mirando una gotera
Tras una jornada dura pero satisfactoria, vuelvo al Atalaya/Olga/Olga’s Palace. Me encuentro con la italiana y la australiana hablando entre ellas, seguramente planean matarme. Arpías. En mi litera de abajo solo hay pajas y restos de oro, incienso y mirra. Escalo a mi colchón quedando inconsciente ipso facto, seguramente porque no sabía lo que iba a ocurrir al día siguiente…

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4 comentarios:

  1. Lo de los chinos me lo imaginaba pero la peli española me decepciona.
    Menos mal que hay sacrificados por la causa que nos evitáis pérdidas de tiempo innecesarias.
    Gracias Richarsson

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  2. Me encanta leerte.

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  3. QUE ONDA LOKO LA VIDA QUE LLEVAS EH GRASIE ME REÍ

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  4. puta bida. tencuentro aser surf y pasa de mi o k ase. te yevo en mi ola selestial tudejeven qando kiera.

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