Cartelón |
La trama es sencilla pero en absoluto leve. Una mujer empieza a recibir flores en su casa cada semana, otra ve como llega un ramo puntualmente a la tumba de su marido y una tercera consigue encontrar lo que buscaba, pese a todo, gracias a la relación de las dos primeras. Un precioso, duro y punzante cuento donde el camino maravilla a todo el que se deja llevar.
Y es que lo realmente destacable de esta película es su fotografía. Luminosa como pocas producciones nacionales, se permite disfrutar de los rayos de sol que entran por la ventana, del verde del campo, del gris de la calle o de la penumbra de una cortina. Gracias a esto y a su ritmo pausado, un solo fotograma de esta cinta se podría pensar en cine asiático, con el que comparte muchas características, todas buenas.
Las localizaciones entre naturales y urbanitas, la poética de la imagen e incluso el lenguaje, al menos para los que no tenemos ni idea de euskera, hacen pensar en Zhang Yimou o Hirokazu Koreeda. Decir esto ya es aliciente suficiente para ir al cine, el que se vea capaz de disfrutar con una historia de este tipo que no lo dude.
Pues eso |
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