La señorita en cuestión |
La trama nos sitúa en la cocina de la mansión del ricachón padre de la protagonista. Allí pasaremos el rato mientras esta corteja a un sirviente, se arrepiente, es acosada y vuelta a empezar.
Jessica Chastain y Colin Farrell están portentosos, tanto en los momentos buenos como en los ratos en los que miraba el reloj confirmando las teoría de la relatividad. Hasta la pobre Samantha Morton está bien en el menos lucido papel de la prometida no del todo presente.
El problema de adaptar una obra de teatro con literalidad es que puede resultar duro cuando estás acostumbrado a otra cosa. Si de verdad se quiere hacer todo en un escenario, lo mejor sería no ahondar tanto en el texto, subrayar mejor matices importantes y llegar antes a la conclusión. Lo que quiero decir es que entendiendo la importancia de la obra original y habiendo disfrutado de tres interpretaciones sublimes, la sensación de plomazo no me la quita nadie.
A los cincuenta minutos seguía sin creerme que aun no hubiésemos llegado al punto de ruptura, casi supera a The Amazing Spider-Man cuando lloré desesperado porque a la hora de película aun no habían matado al tío Ben. Y ojo las dos películas que estoy comparando, estoy mal.
Malditas cocinas |
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