Qué listo el Johnny |
La trama nos presenta a un panadero y su mujer, una pareja que descubre que el motivo de su falta de descendencia es la maldición de una bruja. Para desfacer el entuerto, deberán conseguir una serie de elementos que pertenecen a habitantes del lugar como Caperucita Roja, Cenicienta, Rapunzel y el pobre Jack, el chavalín de las habichuelas.
A ver vecinos, un par de cosas |
Si alguien le planta cara es Emily Blunt que suma otro título a su lista de cosas en la que, al menos ella, lo peta. Ahora resulta que también canta bien, ha llegado el momento en el que su nombre es un incentivo para que tenga ganas de ver cualquier producto en el que participe. Si además a su lado está Anna Kendrick haciendo gorgoritos, pues con más razón. No puedo decir lo mismo de James Corden que, no estando mal, es el elemento que nos recuerda que es ficción porque su matrimonio con Blunt no hay quien se lo crea fuera de ese bosque.
Y cambia la vaca por unas habichuelas, el tonto |
Lo mismo ocurre con el bueno de Chris Pine, al que no le hubiese venido mal que su participación continuase con el tono satírico de su primera divertida aparición. En cuanto a la participación de Johnny Depp, sólo señalar que ha debido costar lo mismo que el resto de participantes juntos, sale cinco minutos y huele a algo ya visto muchas veces. Una pena.
Esa sensación de oportunidad perdida se extiende a la producción entera. Está tan cerca de ser el enorme musical que presentan su magnífico prólogo que es imposible no sentir algo de desilusión. La cosa funciona muy bien durante el primer acto, se defiende en el segundo y, cuando crees que llega un final más o menos digno, quedan tres cuartos de hora que no entiendo cómo han decidido mantener en el corte final. Todo se cae a pedazos, los personajes dejan de entenderse a sí mismos y hasta los escenarios se desmoronan. Al final tenía tantas ganas de que la mujer gigante destrozase a todo el mundo que llegué a dudar si esa era realmente la intención de Marshall.
Into the Woods conseguirá entretener a los fanáticos de los musicales pero no enamorarlos. El libreto reformado de Lapine necesita más caña y la partitura de Sondheim, siendo más que correcta, necesita temas que se queden en la mente del espectador a la salida. Además el esquema musical recuerda tanto a Sweeney Todd, otro trabajo del compositor, que no puedo no comparar con su versión cinematográfica y claro, Burton gana esta vez.
Al bosque a liarla |
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