12/2/15

El destino de Júpiter (Jupiter Ascending)

El destino de Júpiter (Jupiter Ascending), una chorrada considerable.

Todos locos
Que a Andy y Lana Wachowski se les va el pepino era algo que ya sabíamos. Llevan años demostrando que no están bien de la cabeza y que eso puede usarse para el bien, como en Matrix, o para el mal, las demás. Esta vez su locura nos lleva al espacio en un presunta epopeya donde el amor, el valor y la ambición chocan y hacen surf con botas voladoras. El adjetivo "pretencioso" se queda tan corto que mejor ni usarlo.

La trama nos cuenta cómo Júpiter, una pobre chica que trabaja limpiando casas, se ve envuelta en un intenso conflicto galáctico. Resulta que tiene los genes de la fallecida matriarca de una gran familia que cultiva mundos, como suena. Su heredero la quiere matar mientras que, el hermano de este, contrata a un soldado mutado renegado para que rapte a la joven y hacer del incesto reencarnado un negocio. Tienen otra hermana pero no sé si pinta nada, el caso es que la prota se enamora de su raptor y este de ella y se casan y fin. Entre medias se dan de tortas con todos varias veces.

La cara del espectador es un reflejo de la de Mila Kunis que parece no saber nunca dónde está ni importarle lo más mínimo. Su personaje es tan absurdo que en cinco minutos asume que hay vida inteligente extraterrestre, que forma parte de un complot empresarial y que es la nueva reina de no se qué. Le sobra tiempo para enamorarse de su protector en la segunda conversación que tienen. Este es Channing Tatum que intenta tomárselo un poco más en serio pero fracasa cada vez que se mira al espejo y recuerda el maquillaje que le ha tocado.

Channing no te ralles
Hay mucho secundario por ahí que aparece y desaparece con una facilidad pasmosa, si alguien entiende el rol de esos mercenarios rarunos y su bando que me avise. El caso es que entre los más interesantes está el de Sean Bean, más que nada porque es Sean Bean. Lo mismo podría decirse de un cameo de Terry Gilliam en la mejor parte de la peli, cuando se vuelve más simplona y relajada y deja que su diseño de producción, apabullante, se luzca.

Y ya que digo algo positivo, imposible no subrayar la música de Michael Giacchino. Como si ensayase para cuando le toque suplir al maestro en las futuras Star Wars, Giacchino llena el espacio de fanfarrias y metales poderosos que alternan con cuerdas suaves y sinuosas. Una maravilla de banda sonora muy por encima de la película a la que acompaña.

Y es que no hay que darle más vueltas, El destino de Júpiter es un nuevo intento de los Wachowski de plasmar algo que huele más a otros formatos, como el cómic, que a cine. Su falta de vergüenza a la hora de escribir diálogos, personajes y situaciones ridículas, encaja a la perfección con lo tonto de su rimbombante argumento. Y aun así, si no me obligan a volver a verla nunca, no lo he pasado mal.

Pasándolo teta
Aquí el trailer. Como John Carter hasta arriba de LSD, o sea mal también. Un 5'5.

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