El cartel no va a lanzar a la gente al cine |
La trama nos presenta a una anciana que escribe sus memorias, ya sea para entretener a su sobrino o para cerrar cuentas pendientes consigo misma. Estos recuerdos son el grueso del metraje y nos descubre a la protagonista entrando a trabajar como sirvienta en una bonita casa del Japón de finales de los años 30. La tímida historia de amor entre la madre de familia y un compañero de trabajo de su marido, causará muchos dolores de cabeza para la protagonista.
Todo esto se supone que es el eje argumental de la película pero, al menos para mí, es lo menos interesante. Donde sí se puede sacar partido de La casa del tejado rojo es echando un vistazo a la sociedad de la época, que pasaron de verse ganadores en mitad del segundo conflicto chino-japonés, a hundirse en el deshonor con la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Sólo hubo unos años entre el optimismo ante unos posibles Juegos Olímpicos y la desolación de verse vencidos y terriblemente empobrecidos. Todo este trasfondo hace que perdone el hecho de que la historia que me están contando por encima parece no avanzar en dos horas y, lo poco que ocurre, no es demasiado significativo.
De comiditas |
Por todo esto, la película de Yamada es recomendable para todo aquel que tenga curiosidad por ese sector social durante un periodo de tiempo tan significativo y, claro, para el que disfrute con el tempo asiático y sus reiteraciones calmadas.
La yaya escritora |
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