Venga, vámonos |
La trama nos presenta a un matón de una banda que anda en un lío fastidiado. Resulta que su hijo, sin comerlo ni beberlo, ha terminado siendo objetivo del vástago de su jefe mafioso y Neeson, que me da igual su nombre en la peli, debe decidir si ayudar al tipo con el que ha trabajado años o a la sangre de su sangre. Disparos, tortazos y todo eso.
Liam Neeson ha llegado un momento en el que empieza a ser peligroso en la vida real. Si algo no le hace gracia, tiene muchos modos de matarte sin usar un arma. Su personaje está tan dentro que, de salir en la nueva de Star Wars, Qui-Gon se pasaría al lado oscuro. Sale también Ed Harris molando, Vincent D'Onofio hecho una pelota y Joel Kinnaman muy preocupado.
Nada está mal del todo, Collet-Serra dirige con gancho, las interpretaciones son como deben ser y la acción está bien repartida. El problema es que toda la estructura está tan manida y apretada a los cánones previstos que termina no funcionando, precisamente por el miedo a salirse del renglón y no hacerlo.
El metro, ese imán de los mamporros |
Aún no la he visto, pero cada película de Liam me da más ansiedad que la anterior. En cualquier momento muere de un infarto.
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