Prefiero que una peli me guste mucho o no me guste nada, pero deje esa sensación flojeras del "meh" es una bajona. Ese regusto de lo que pudo ser pero no has conseguido ver, ese querer decir que sí pero notar que no. Las buenas ideas son tan escurridizas, al menos cuando las buscas, que es una verdadera lástima desperdiciarlas por no saber tratarlas bien. Por eso prefiero tragarme un truño completo a un postre insípido.
Esta desagradable falta de acierto en lo correcto me ocurrió con la reciente
Chappie, tercera cinta y segundo patinazo de
Neill Blomkamp, un tipo que nos quiere meter Johannesburgo en las venas pero que no termina de lograrlo. En esta ocasión, y no sé hasta qué punto ha sido pretendido, la peli sobrevive por la estética
zef que los miembros de
Die Antwoord han tenido a bien trasladar a la cinta. Si sigues a estos tipos, lo más seguro es que creas que te ha gustado lo que has visto pero, si haces examen de conciencia, descubrirás rápidamente que si quitan a
Ninja y
Yo-Landi, esto no hay cómo aguantarlo.
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Este será el atuendo de Ninja y Yo-Landi para
los atracos |
Nadie los nombra en las promos, en el trailer aparecen como personajes secundarios y ni siquiera salen en el puto cartel. Dentro de la misma película están desperdiciados, su música se entremezcla con la de
Zimmer de forma mamporrera y los dos planos en los que parece que van a tirar fuegos artificiales, quedan en nada. Es el maldito falso subidón del
drum and bass en el que estaría pensando
Blomkamp mientras el montaje le pedía
electro rap-rave explosivo de la mente. Creerse guay y no llegar a chachi es una pena, por eso, como estoy aquí para ayudar, voy a repasar cómo
Chappie podría pasar de un título macarrilla olvidable, a la horterada sublime que hubiese conquistado el corazón de la gente de bien. Bienvenidos a mi
remake automático, la película que debería haber sido, bienvenidos a
Chappie Fuk da World.
La historia tiene lugar en el futuro, en 1995, en una ciudad llamada
Neo Jo’burg. Las calles son el caos y la población vive aterrada en edificios mal apuntalados. La delincuencia es una lacra del pasado debido a los violentos ciborgs de la corporación que gobierna el lugar. A la cabeza del mal está
Nicki Minaj, presidenta auto electa de la zona y directora de la empresa de máquinas humanas, creadas a partir del rapto y transformación de todo el que se oponga al régimen. El problema es que la parte pellejuda de los soldados los hace vulnerables, por ello, la terrible
Minaj, ha encargado la sustitución de sus tropas por unos nuevos robots mucho más eficaces. El científico encargado del desarrollo de su CPU,
Kanye West, creará en secreto un chip con una verdadera
Inteligencia Artificial y se guardará un robot para sí mismo, posiblemente con el aspecto externo e inexpresivo de
Kim Kardashian.
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El científico paseando con su
creación por Neo Jo’burg |
Por otro lado tenemos a
Ninja y
Yo-Landi Vi$$er, dos delincuentes esquizofrénicos que sobreviven gracias a implantes de la corporación de
Minaj que pueden comprarse en el mercado negro. En uno de sus atracos, se topan con el científico mientras da cera a su robot,
youknowwhatimean, y se lo quedan para fardar por el barrio. Le quitan la cobertura humana, adiós a la
Kardashian, y descubrimos un esqueleto de metal bien molón al que le prestará movimientos y un nuevo registro vocal
Andy Serkis. Poco a poco lo adoctrinan, como en la peli de verdad pero mejor montado, hasta que se dan cuenta de que deben luchar por derrocar al gobierno junto con
Kanye, él por la justicia y ellos porque sin los robotes podrán delinquir mejor.
En la batalla final tendrán que enfrentarse al lugarteniente de la mandamás, interpretado por
Till Lindemann, y su horda de perros robots gigantes que echan fuego y toda la pesca. Tras una lucha sin cuartel con la música a todo trapo y un clímax hiperbólico de veinte minutos, los villanos morirán de manera salvaje.
Kanye y
Ninja también serán bajas para que
Yo-Landi herede el trono y gobierne
Neo Neo Jo’burg junto con
Chappie, que no sabemos cómo pero vuelve a ser la
Kardashian.
La banda sonora está compuesta por temas de
Die Antwoord para los protas y
Rammstein para los malos. Hay detalles de
Nicki Minaj y
Kanye West para sus personajes claro, pero todo muy puntual porque no molan tanto. La estética será
zef al 100% para el pueblo sometido y hablarán con vocabulario
afrikáans, que se hará tan popular como el
nadsat de
La naranja mecánica. Las infraestructuras, vestuario y maquinaria de la malvada corporación serán de influencia
egipto-nazi-futurista.
Para que todo esto se lleve a cabo, necesitamos a un director a la altura. Para ello, emborracharemos a
Michael Bay y
John McTiernan para que tengan un hijo y sea criado por
Harmony Korine. Cuando cumpla dieciocho años se le dará el libreto de este proyecto y todo el dinero que necesite y ya está, BOOOOM, a disfrutar.
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