No hay más ciego |
Ahora, con La mirada del silencio, Oppenheimer va un paso más allá y acompaña a una de las víctimas, un joven que reconoció en uno de los relatos el asesinato de su hermano y desea hablar con los verdugos en busca de una explicación. Como oftalmólogo, el valiente protagonista gradúa la mirada de los despiadados gobernantes, intentando sin demasiada suerte que vean de una vez por todas. Es mucho lo que se juega, las matanzas indiscriminadas terminaron pero aun puedes desaparecer si tocas las narices.
Duro, despiadado y tan poco vengativo como el primero, este documental demuestra de nuevo lo horripilante que puede llegar a ser nuestra especie y lo complicado que es explicar la crueldad sin límite. No es agradable, no sales con buen cuerpo y el muro con el que se topan los responsables suele ser infranqueable. A parte de alguna lágrima, de vergüenza más que de arrepentimiento, nada más se puede sacar de estos cerdos. Agarrarse a la valentía del guía y la resistencia de sus padres, es lo único que puede reconfortar un poco al espectador. Otra cosa es que merezca verse, en ese sentido debería ser obligatorio.
Visualmente entra sola |
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