Misión: Imposible - Nación secreta (Mission: Impossible - Rogue Nation), los espías se acomodan.
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Cuerpos de fantasmas flotando in the sky |
Desde su inicio, al menos en su versión en pantalla grande, esta saga ha intentado asentarse entre géneros para encontrar su hueco. Con
Misión: Imposible,
Brian De Palma comenzó a lo grande con espionaje de alto nivel, trama a la altura y gadgets muy locos como marca de la casa. La cosa se torció con
M.I.-2 (Misión imposible 2) donde
John Woo patinó al intentar transformar un thriller de acción en una patochada hiperbólica sin personalidad y de apariencia hortera.
J.J. Abrams se empeñó en resucitar el cadáver y firmó la decente
Misión imposible III, redefiniendo el concepto en
blockbuster explosivo con hilos conspiranoicos. Con todo establecido, llegó
Misión imposible: Protocolo fantasma, la cinta dirigida por
Brad Bird que terminó de ajustar las piezas y ofreció el título más entretenido y autoconsciente desde la primera entega. Ahora, con todo en su sitio y con
Christopher McQuarrie como nuevo colega de
Tom Cruise gracias a la resultona
Jack Reacher, sólo tocaba hacer un nuevo capítulo con todo lo aprendido. Y lo cierto es que han repetido la formula y no hay nada incorrecto del todo pero, por algún motivo, no vale.
La trama nos presenta a
Ethan Hunt y compañía al borde de la desaparición, otra vez. El gobierno ha cerrado la
FMI (Fuerza de Misión Imposible) y su agente estrella está desaparecido y en búsqueda y captura, sí, otra vez. Tampoco se hubiese entregado si no tuviese nada que hacer, pero lo cierto es que anda liado intentando derrocar a unos malos, el
Sindicato, que son de lo que no hay.
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Usando el hombro a lo Imperator |
Tom Cruise está muy cómodo en la piel de
Hunt y se nota. Además de la machada inicial, un tipo de 53 años colgado a un avión que despega, aguanta el tipo todo el metraje sin mostrar un punto débil que pueda hacer pensar a nadie en una jubilación próxima. Su trío de confianza,
Jeremy Renner,
Simon Pegg y
Ving Rhames, funciona como de costumbre, algo arrastrados por la inercia, como casi todo en
Misión: Imposible - Nación secreta, pero siendo útiles para no volver a dejar sólo al prota.
Rebecca Ferguson se luce como
companion femenina y
Sean Harris es un
miscasting de villano importante.
Alec Baldwin también ronda por ahí, aportando peso al reparto, entiendan esto como quieran.
A
Christopher McQuarrie se le ha ido la mano con las misiones. Si se hubiese quedado en cuatro o cinco y rebajase la duración media horita, estoy seguro de que la experiencia sería más redonda. A los ochenta minutos estaba totalmente saciado de robos, misterios tontorrones e infiltraciones milagrosas. Reconozco que repite el esquema de
Misión imposible: Protocolo fantasma, pero está tan sobrada que el último tercio puede hacerse cuesta arriba.
También tienen la culpa los constantes referentes a títulos anteriores. Todo lo hemos visto ya, la persecución con motos, el final en una terraza nocturna, la mujer amenazada, el equipo a punto de desaparecer y al pobre
Hunt volviendo de la muerte. Casi es un resumen de lo visto hasta el momento.
En definitiva, un entretenimiento veraniego que, con alguna novedad más y algunos minutos menos, hubiese sido mucho más interesante.
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Cómo está el transporte |
Aquí el
trailer. Ya se prepara la sexta entrega y la segunda de
Jack Reacher,
Troncus sigue al pie del cañón. Un 6.
Yo de mayor, cuando sea rico, voy a hacer hasta Crossroads 15: Britney Geriátrica.
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