02/10/15
Regresión (Regression) - Trailer - Crítica 4'5
El apóstata - Trailer - Crítica 4'5
Hitman: Agente 47 (Hitman: Agent 47) - Trailer
Jack - Trailer
Lejos de los hombres (Loin des hommes) - Trailer
El precio de la fama (La rançon de la gloire) - Trailer
Marco Macaco y los primates del Caribe (Marco Macaco) - Trailer
Oda a mi padre (Gukjesijang) - Trailer
09/10/15
El club - Trailer - Crítica 8'0
Taxi Teherán (Taxi) - Trailer - Crítica 7'0
Pan: Viaje a Nunca Jamás (Pan) - Trailer - Crítica 4'5
Segundo origen (Segon origen) - Trailer
Golpe de Estado (No Escape) - Trailer
La playa de los ahogados - Trailer
El coro (Boychoir) - Trailer
Yo, él y Raquel (Me and Earl and the Dying Girl) - Trailer
Life Feels Good (Chce sie zyc) - Trailer
16/10/15
Marte (The Martian) - Trailer - Crítica 8'0
Slow West - Trailer - Crítica 7'5
El nuevo nuevo testamento (Le tout nouveau testament) - Trailer - Crítica 7'5
Amama - Trailer - Crítica 7'5
La cumbre escarlata (Crimson Peak) - Trailer - Crítica 4'5
El rey de La Habana - Trailer
Los miércoles no existen - Trailer
23/10/15
Victoria - Trailer - Crítica 7'5
Black Mass: Estrictamente criminal (Black Mass) - Trailer - Crítica 7'0
Hotel Transilvania 2 (Hotel Transylvania 2) - Trailer - Crítica 6'5
Un día perfecto para volar (Un dia perfecte per volar) - Trailer - Crítica 6'5
Mi gran noche - Trailer - Crítica 5'5
Paranormal Activity: Dimensión fantasma (Paranormal Activity: The Ghost Dimension) - Trailer - Crítica 4'0
El marido de mi hermana (How to Make Love Like an Englishman) - Trailer
30/10/15
Truman - Trailer - Crítica 7'0
El becario (The Intern) - Trailer - Crítica 6'5
The Propaganda Game - Trailer - Crítica 5'5
El último cazador de brujas (The Last Witch Hunter) - Trailer - Crítica 5'5
3 corazones (3 coeurs) - Trailer - Crítica 5'5
Educación siberiana (Educazione siberiana) - Trailer
Los últimos cinco años (The Last Five Years) - Trailer
Little Boy - Trailer
El cadaver de Anna Fritz (The Corpse of Anna Fritz) - Trailer
La verdad (Truth) - Trailer
Villa Touma - Trailer
Las aventuras de Moriana - Trailer
30/9/15
28/9/15
San Sebastián 2015: palmarés y cierre
Fin de la sexagésimo tercera edición del Festival de San Sebastián. La cosa este año ha estado calmadita, especialmente en la Sección Oficial donde hay pocos títulos de esos que serán recordados.
Digamos que en las cabeceras que preceden a las películas, esas que sitúan al espectador con títulos que pasaron por el Donostia Zinemaldia años anteriores y que luego fueron films irrepetibles, será raro encontrar alguno de los que este año han formado parte de la programación.
El palmarés, pieza fundamental de la discusión y mofa anual, ha obtenido más indiferencia que quejas ante la falta de favoritos claros. Por supuesto pocos son los que han visto sus expectativas cumplidas, pero digamos que nadie se ha rasgado las vestidura. Antes de pasar a mi valoración personal, aquí está completo el panel de premios, incluidos los paralelos que entregan otras entidades dentro del festival:
Concha de Oro [Sección Oficial] - Sparrows
Premio Especial del Jurado - Evolution
Mejor director - Joachim Lafosse por Les chevaliers blancs
Mejor actriz - Yordanka Ariosa por El rey de La Habana
Mejor actor - Ex aequo Ricardo Darín y Javier Cámara por Truman
Mejor fotografía - Manu Dacosse por Evolution
Mejor guión - Arnaud Larrieu y Jean-Marie Larrieu por 21 nuits avec Pattie
Premio Kutxabank [Nuev@s Director@s] - The New Kid (Le nouveau)
Mención especial a Drifters (Tjuvheder)
Vida sexual de las plantas
Premio Horizontes [Horizontes Latinos] - Paulina (La patota)
Mención especial a Desde allá
Te prometo anarquía
Premio Irizar al Cine Vasco - Amama
Mención especial a Un otoño sin Berlín
Premio del público [Perlas] - Nuestra hermana pequeña (Umimachi Diary)
Premio del público mejor película europea Mountains May Depart (Shan he gu ren)
Premio EZAE de la juventud - Paulina (La patota)
Premio TVE - Otra Mirada - Paulina (La patota)
Premio Cooperación Española - La tierra y la sombra
Premio FIPRESCI - El apóstata
Premio FEROZ Zinemaldia - Truman
Premio SIGNIS - Moira
Mención espacial a Amama
Premio de la Asociación de Donantes de Sangre de Gipuzkoa - Freeheld
Pocos rumores durante la semana apuntaron a un producto en concreto. La mañana de la entrega de premios, y puede que con más empuje al recibir el FEROZ, Truman empezó a salir en quinielas y mentideros. La ganadora, Sparrows, contaba con escaso apoyo de los presentes, de hecho no oí nada sobre la película hasta el premio, pero tampoco generó gran animadversión, como sí ocurrió cuando se anunció el premio al mejor guión para los hermanos Larrieu.
En la Sección Oficial yo hubiese inclinado mi balanza hacia Amama, que al menos sí recibió su galardón al cine vasco, o incluso la japonesa El niño y la bestia, que sin ser la mejor obra de Hosoda, es una buena muestra de la calidad de la narrativa animada japonesa.
El premio del público en la sección Perlas para Nuestra hermana pequeña lo veo más justo por la trayectoria de Koreeda que por esta obra en particular, notable pero no sobresaliente si pensamos en sus films anteriores. El puñetazo argentino de El clan, la locura húngara de Son of Saul o incluso el nuevo y ácido título de Allen, Irrational Man, están por encima de la bonita aunque falta de gancho obra del japonés.
Que mis dos películas favoritas de esta edición, La novia y Psiconautas, estén en la sección Zabaltegi, fuera de concurso, ejemplifica la falta de fuerza del programa que todos los compañeros han señalado. Entre mis diez favoritas debo incluir alguna que he llegado a criticar y que, habiendo disfrutado, encuentro incompleta. No poder recomendar al menos un tercio de lo visto sin ningún reparo es una pena.
Pese ha todo, el gozo de poder entrar y salir de las salas, de compartir pintxos y esperas y saciar el apetito voraz de la cinefagia por una semana, ha vuelto a ser satisfecho. Treinta películas en seis días, he hecho lo que he podido y espero que dentro de un año pueda volver a tirarme una semana dentro de una sala de cine.
Concha de Oro: Sparrows |
El palmarés, pieza fundamental de la discusión y mofa anual, ha obtenido más indiferencia que quejas ante la falta de favoritos claros. Por supuesto pocos son los que han visto sus expectativas cumplidas, pero digamos que nadie se ha rasgado las vestidura. Antes de pasar a mi valoración personal, aquí está completo el panel de premios, incluidos los paralelos que entregan otras entidades dentro del festival:
Concha de Oro [Sección Oficial] - Sparrows
Premio Especial del Jurado - Evolution
Mejor director - Joachim Lafosse por Les chevaliers blancs
Mejor actriz - Yordanka Ariosa por El rey de La Habana
Mejor actor - Ex aequo Ricardo Darín y Javier Cámara por Truman
Mejor fotografía - Manu Dacosse por Evolution
Mejor guión - Arnaud Larrieu y Jean-Marie Larrieu por 21 nuits avec Pattie
Premio Kutxabank [Nuev@s Director@s] - The New Kid (Le nouveau)
Mención especial a Drifters (Tjuvheder)
Vida sexual de las plantas
Premio Horizontes [Horizontes Latinos] - Paulina (La patota)
Mención especial a Desde allá
Te prometo anarquía
Premio Irizar al Cine Vasco - Amama
Mención especial a Un otoño sin Berlín
Premio del público [Perlas] - Nuestra hermana pequeña (Umimachi Diary)
Premio del público mejor película europea Mountains May Depart (Shan he gu ren)
Premio EZAE de la juventud - Paulina (La patota)
Premio TVE - Otra Mirada - Paulina (La patota)
Premio Cooperación Española - La tierra y la sombra
Premio FIPRESCI - El apóstata
Premio FEROZ Zinemaldia - Truman
Premio SIGNIS - Moira
Mención espacial a Amama
Premio de la Asociación de Donantes de Sangre de Gipuzkoa - Freeheld
Premio Especial del Jurado: Evolution |
Premio del público: Nuestra hermana pequeña |
El premio del público en la sección Perlas para Nuestra hermana pequeña lo veo más justo por la trayectoria de Koreeda que por esta obra en particular, notable pero no sobresaliente si pensamos en sus films anteriores. El puñetazo argentino de El clan, la locura húngara de Son of Saul o incluso el nuevo y ácido título de Allen, Irrational Man, están por encima de la bonita aunque falta de gancho obra del japonés.
Que mis dos películas favoritas de esta edición, La novia y Psiconautas, estén en la sección Zabaltegi, fuera de concurso, ejemplifica la falta de fuerza del programa que todos los compañeros han señalado. Entre mis diez favoritas debo incluir alguna que he llegado a criticar y que, habiendo disfrutado, encuentro incompleta. No poder recomendar al menos un tercio de lo visto sin ningún reparo es una pena.
Mi Top10 del #63SSIFF |
San Sebastián 2015, día 8: las películas
Octavo día de encierro en el cine y, aunque queda otra jornada con gala y proyecciones, este es realmente el fin del empacho de títulos. La sensación de despedida aumenta según avanzan las horas pero hay tanto tajo que no da tiempo a ponerse melancólico. Dejemos eso para la siguiente entrada.
Les démons es una producción canadiense escrita y dirigida por Philippe Lesage. Contiene todos los elementos necesarios para convertirse en un film de culto de festivales por todo el mundo: estética cuidada, atmósfera corrompida y atrayente, fotografía limpia y fría, banda sonora minimalista, temática oscura con niños volviéndose adultos a la fuerza y, claro, una falta de interés total por contar nada. Entiendo que guste mucho, yo mismo estaba absorto desde el principio al final, disfrutando de cada intriga, como la subida de una montaña rusa que entiendes que terminará en un descenso vertiginoso. El problema viene cuando vas descubriendo que no terminarás de bajar nunca, que esto va de subir, de preparar, de sugerir y vuelta a empezar. Que sí, que está muy bien indagar en el crecimiento de un adolescente a través de la violencia y el sexo, las raíces primigenias que parecen ser las únicas que nos mueven, pero no pasaría nada si en una peli de estas tan molonas nos cuentan algo de vez en cuando. It Follows lo hizo y nos gustó a todos.
Black Mass: Estrictamente criminal (Black Mass) es el típico título con estrella prota que tiene su premier en una cita como estas por si suena la flauta y viene alguien. Si no es así, al menos se hablará del estreno del nuevo título del famoso en cuestión y listo. Siendo justos, este thriller de gangsters de Scott Cooper funciona. Ambientada en el Boston de los 70 y 80, cuenta la historia real de uno de sus más eminentes delincuentes. Con un reparto de lujo y un ritmo acertado, la ambientación hace el resto para que los aficionados al cine de bajos fondos tengan en este título un imprescindible más que curioso. El único problema es la forzada caracterización de Johnny Depp que, seamos claros, no hacía falta. Es tan exagerado que no veo al personaje, si no a alguien muy disfrazado. Esto le hace un flaco favor no sólo a la película, si no al actor que realiza un trabajo decente tras mucho truño, pero que no se disfruta por culpa de la calva y las lentillas.
Mia madre cerraba la sección Perlas de un modo correcto y previsible, que no es algo tan malo visto lo visto. Lo digo porque todo en esta película es absolutamente Nanni Moretti. Todas las marcas del director están presentes y, si quedan huecos, se rellenan con otras manías del cine italiano. Insisto en que no es una crítica, se sigue disfrutando del cine dentro del cine, los detalles autobiográficos y los pasajes de ensoñaciones diurnas. La trama nos presenta a una realizadora que debe compaginar un duro rodaje, estrella norteamericana incluida, con la inminente muerte de su madre. Margherita Buy hace un trabajo exquisito que gana enteros cuando comparte plano con un desatado John Turturro, acicate del argumento y estímulo para los que prefieran algo más de comedia que de drama. Moretti mide correctamente los niveles y, quieras profundidad o entretenimiento, podrás salir satisfecho.
London Road fue la elegida para clausurar el festival de manera oficial, y de qué manera. Explicado del modo más escueto posible, London Road es un musical basado en un suceso real que utiliza como letras de sus canciones las declaraciones literales de los vecinos de un barrio donde en 2006 asesinaron a cinco prostitutas. Parece una mala idea, y lo es, por todos los motivos. Primero porque no se ha musicalizado bien nada de lo cantado, simplemente se repiten las palabras nerviosas que alguien pronunció en diez segundos delante de un micrófono durante tres minutos por tema. Una y otra vez, hasta que el público se sabe de memoria la maldita frase pero es incapaz de cantarla porque las canciones varían y no hay por donde cogerlas. Por otro lado, el tema es muy trágico y podría funcionar como humor negro, pero los acontecimientos son tan recientes, sólo nueve años, que no sé hasta qué punto está bien que cantemos las palabras vacías de los vecinos de esas pobres. Para terminar, la falta total de acontecimientos hace que, aun siendo capaz de jugar a la acidez y si hubiesen hecho buenas canciones, la cinta seguiría vacía porque, cuando llegan los reporteros a una zona ya ha ocurrido lo reseñable, no hay nada de interés en los vecinos sorprendidos y la realización de un juicio puertas afuera. Es una idea pésima mal llevada a cabo, el musical que los que odian el género dicen que son los musicales. En definitiva, London Road hace que Tokyo Tribe de el amigo Sono parezca Los miserables.
Psiconautas fue la última proyección del Principal este, casi, último día. Sin hacer ruido, sin avisar, con poco público tras muchos días de películas y con bares de pintxos en la puerta, descubrí una de las mejores películas de la semana. Dirigida por Pedro Rivero y Alberto Vázquez, está basada en una novela gráfica del segundo, responsable además del magnífico corto Sangre de unicornio con el que tiene también muchas cosas en común. Esta, como ocurrió con O Apóstolo, es la cinta de animación con la que podemos defender el buen nivel del género en nuestro país, que la afirmación es correcta pero luego se ejemplifica con alguna mediocridad como Las aventuras de Tadeo Jones. La trama nos sitúa en una isla arrasada por un desastre industrial donde sus habitantes hacen lo que pueden por sobrevivir. Mientras tanto, en las copas de los árboles vigila Birdboy, un pobre niño pájaro que mantiene preso su diablo interior gracias al consumo de drogas de la felicidad que consigue de contrabando. Una cinta oscura y ácida que contiene momentos de luz de los que te ponen la piel de gallina. Imaginación y buen gusto mezclados con esa mala leche que se echa en falta cuando un estudio con pretensiones se pone detrás de un proyecto. Una maravilla que huele a Gorey, a Burton y a Gilliam. Una mezcla perfecta entre el mensaje natural de Ghibli, el mundo de Hora de aventuras y la mordiente de Happy Tree Friends.
Heavy Water llenó el K2 a las 24:00 de surfistas ansiosos por empaparse también de noche. El documental sigue las andanzas de unos locos por las olas descomunales, a las que no sin acierto llaman himalayas, y que hacen remar hacia la costa a los más sensatos. El director, Michael Oblowitz, presentó la cinta hasta arriba de txakoli mientras el público, entregado incluso antes de apagar las luces, vitoreaba cada exabrupto del realizador. Una vez empezada la proyección, me descubrí bastante fuera de lugar la primera media hora, una sucesión de nombre y relaciones de míticos del surf que volvían a ser aclamados por el respetable pero que, para un servidor, eran gente morena hablando sin mucha gracia de la hermandad y amor que los une. Luego la cosa se anima y, lamentablemente para los protagonistas, el documental cobra sentido cuando los sucesos se vuelven más ocuros. No es un video de muestra de una compañía de bebidas, es un reportaje sobre un grupo de locos que contiene material gráfico increíble insertado entre sus declaraciones. Esto no es ni mejor ni peor, aviso para los que están ya muy acostumbrados a esas maravillas para los ojos, que este es un documental al uso, donde importa más lo de detrás de las cámaras que la imagen buena de la ola en sí.
Les démons es una producción canadiense escrita y dirigida por Philippe Lesage. Contiene todos los elementos necesarios para convertirse en un film de culto de festivales por todo el mundo: estética cuidada, atmósfera corrompida y atrayente, fotografía limpia y fría, banda sonora minimalista, temática oscura con niños volviéndose adultos a la fuerza y, claro, una falta de interés total por contar nada. Entiendo que guste mucho, yo mismo estaba absorto desde el principio al final, disfrutando de cada intriga, como la subida de una montaña rusa que entiendes que terminará en un descenso vertiginoso. El problema viene cuando vas descubriendo que no terminarás de bajar nunca, que esto va de subir, de preparar, de sugerir y vuelta a empezar. Que sí, que está muy bien indagar en el crecimiento de un adolescente a través de la violencia y el sexo, las raíces primigenias que parecen ser las únicas que nos mueven, pero no pasaría nada si en una peli de estas tan molonas nos cuentan algo de vez en cuando. It Follows lo hizo y nos gustó a todos.
Black Mass: Estrictamente criminal (Black Mass) es el típico título con estrella prota que tiene su premier en una cita como estas por si suena la flauta y viene alguien. Si no es así, al menos se hablará del estreno del nuevo título del famoso en cuestión y listo. Siendo justos, este thriller de gangsters de Scott Cooper funciona. Ambientada en el Boston de los 70 y 80, cuenta la historia real de uno de sus más eminentes delincuentes. Con un reparto de lujo y un ritmo acertado, la ambientación hace el resto para que los aficionados al cine de bajos fondos tengan en este título un imprescindible más que curioso. El único problema es la forzada caracterización de Johnny Depp que, seamos claros, no hacía falta. Es tan exagerado que no veo al personaje, si no a alguien muy disfrazado. Esto le hace un flaco favor no sólo a la película, si no al actor que realiza un trabajo decente tras mucho truño, pero que no se disfruta por culpa de la calva y las lentillas.
Mia madre cerraba la sección Perlas de un modo correcto y previsible, que no es algo tan malo visto lo visto. Lo digo porque todo en esta película es absolutamente Nanni Moretti. Todas las marcas del director están presentes y, si quedan huecos, se rellenan con otras manías del cine italiano. Insisto en que no es una crítica, se sigue disfrutando del cine dentro del cine, los detalles autobiográficos y los pasajes de ensoñaciones diurnas. La trama nos presenta a una realizadora que debe compaginar un duro rodaje, estrella norteamericana incluida, con la inminente muerte de su madre. Margherita Buy hace un trabajo exquisito que gana enteros cuando comparte plano con un desatado John Turturro, acicate del argumento y estímulo para los que prefieran algo más de comedia que de drama. Moretti mide correctamente los niveles y, quieras profundidad o entretenimiento, podrás salir satisfecho.
London Road fue la elegida para clausurar el festival de manera oficial, y de qué manera. Explicado del modo más escueto posible, London Road es un musical basado en un suceso real que utiliza como letras de sus canciones las declaraciones literales de los vecinos de un barrio donde en 2006 asesinaron a cinco prostitutas. Parece una mala idea, y lo es, por todos los motivos. Primero porque no se ha musicalizado bien nada de lo cantado, simplemente se repiten las palabras nerviosas que alguien pronunció en diez segundos delante de un micrófono durante tres minutos por tema. Una y otra vez, hasta que el público se sabe de memoria la maldita frase pero es incapaz de cantarla porque las canciones varían y no hay por donde cogerlas. Por otro lado, el tema es muy trágico y podría funcionar como humor negro, pero los acontecimientos son tan recientes, sólo nueve años, que no sé hasta qué punto está bien que cantemos las palabras vacías de los vecinos de esas pobres. Para terminar, la falta total de acontecimientos hace que, aun siendo capaz de jugar a la acidez y si hubiesen hecho buenas canciones, la cinta seguiría vacía porque, cuando llegan los reporteros a una zona ya ha ocurrido lo reseñable, no hay nada de interés en los vecinos sorprendidos y la realización de un juicio puertas afuera. Es una idea pésima mal llevada a cabo, el musical que los que odian el género dicen que son los musicales. En definitiva, London Road hace que Tokyo Tribe de el amigo Sono parezca Los miserables.
Psiconautas fue la última proyección del Principal este, casi, último día. Sin hacer ruido, sin avisar, con poco público tras muchos días de películas y con bares de pintxos en la puerta, descubrí una de las mejores películas de la semana. Dirigida por Pedro Rivero y Alberto Vázquez, está basada en una novela gráfica del segundo, responsable además del magnífico corto Sangre de unicornio con el que tiene también muchas cosas en común. Esta, como ocurrió con O Apóstolo, es la cinta de animación con la que podemos defender el buen nivel del género en nuestro país, que la afirmación es correcta pero luego se ejemplifica con alguna mediocridad como Las aventuras de Tadeo Jones. La trama nos sitúa en una isla arrasada por un desastre industrial donde sus habitantes hacen lo que pueden por sobrevivir. Mientras tanto, en las copas de los árboles vigila Birdboy, un pobre niño pájaro que mantiene preso su diablo interior gracias al consumo de drogas de la felicidad que consigue de contrabando. Una cinta oscura y ácida que contiene momentos de luz de los que te ponen la piel de gallina. Imaginación y buen gusto mezclados con esa mala leche que se echa en falta cuando un estudio con pretensiones se pone detrás de un proyecto. Una maravilla que huele a Gorey, a Burton y a Gilliam. Una mezcla perfecta entre el mensaje natural de Ghibli, el mundo de Hora de aventuras y la mordiente de Happy Tree Friends.
Heavy Water llenó el K2 a las 24:00 de surfistas ansiosos por empaparse también de noche. El documental sigue las andanzas de unos locos por las olas descomunales, a las que no sin acierto llaman himalayas, y que hacen remar hacia la costa a los más sensatos. El director, Michael Oblowitz, presentó la cinta hasta arriba de txakoli mientras el público, entregado incluso antes de apagar las luces, vitoreaba cada exabrupto del realizador. Una vez empezada la proyección, me descubrí bastante fuera de lugar la primera media hora, una sucesión de nombre y relaciones de míticos del surf que volvían a ser aclamados por el respetable pero que, para un servidor, eran gente morena hablando sin mucha gracia de la hermandad y amor que los une. Luego la cosa se anima y, lamentablemente para los protagonistas, el documental cobra sentido cuando los sucesos se vuelven más ocuros. No es un video de muestra de una compañía de bebidas, es un reportaje sobre un grupo de locos que contiene material gráfico increíble insertado entre sus declaraciones. Esto no es ni mejor ni peor, aviso para los que están ya muy acostumbrados a esas maravillas para los ojos, que este es un documental al uso, donde importa más lo de detrás de las cámaras que la imagen buena de la ola en sí.
26/9/15
San Sebastián 2015, día 7: lo otro
Podría contar muchas cosas de hoy. Podría contar cómo por fin he conocido al roncador suave y su trayectoria profesional, las novedades en la vida de la chica tras la cortina e incluso qué fue del tipo que creó en su litera un vórtice sonoro que marcó mi vida con una muesca profunda. También podría hablar sobre los problemas domésticos de Kati, siempre detrás de su hijo, deseosa de que haga algo mientras él, exhausto, no lo hace. La bondad de mi anfitriona me impide sumergirme en tan personales imágenes del día a día, por lo que tampoco explicaré la firmeza con la que convenció a una brasileña, nueva compañera de habitación, de que compartir dormitorio era mejor y que la confusión de su reserva por internet no sería si no un acierto a corto plazo.
De nada de eso pienso escribir hoy, hay situaciones que apremian y llaman mi atención sobremanera como para seguir apartando la mirada. Hay momentos en la vida de todo ser humano en que debe mirar cara a cara al destino y enfrentarlo de una vez por todas. Por eso, sin seguir dudando, tecleando a la luz de las velas que me estoy imaginando ahora mismo, os presento los temidos y hasta ahora ignorados:
De nada de eso pienso escribir hoy, hay situaciones que apremian y llaman mi atención sobremanera como para seguir apartando la mirada. Hay momentos en la vida de todo ser humano en que debe mirar cara a cara al destino y enfrentarlo de una vez por todas. Por eso, sin seguir dudando, tecleando a la luz de las velas que me estoy imaginando ahora mismo, os presento los temidos y hasta ahora ignorados:
Misterios en Hospedaje Kati
La escalera de mano imposible. Tras cruzar un portal en penumbra, uno de esos que hasta de día no consigue que la luz del sol se abra paso, se llega a un sencillo ascensor. Por el motivo que sea, puede que precisamente por la desesperación de ver algo iluminado, los constructores decidieron que lo mejor sería que la caja del aparato fuese de cristal. Gracias a esto, los vecinos pueden ver paredes vacías durante el primer piso y las escaleras que suben, abrazando al montacargas humano, en los siguientes. Desde que estoy aquí hay algo que ha perturbado mi descanso, si es que ha existido algo de eso. Cuando llegas al nivel de la calle, el mítico piso 0, la falta de paredes opacas permite ver cómo te sepultas bajo los pilares del edificio y, de regalo, una escalera de mano. Está situada en el estrecho hueco entre el ascensor y la pared, a una altura en la que se adivina algo de espacio hacia abajo. Estática, perenne, la escalera de mano espera su turno asesino. Si alguien la necesita, deberá llamar al ascensor en otra planta, forzar la puerta inferior y arriesgar su vida por ella. Que nadie baje por favor, que voy a coger mi escalera y no quiero perder la cabeza. Todo esto ocurre a medio metro de un amplio armario de mantenimiento.
La puerta que no. Disimula, como quien no quiere la cosa, esas imagino que fueron las órdenes para esta puerta, la puerta que no. Uno de esos descubrimientos fortuitos en los que comprendes que tu realidad tiene pequeños detalles que no debes pasar por alto. Pared, pared, pared, pared. No, espera un momento, aquí pasa algo. Pared, pared, puerta, pared, ahora sí. Una entrada a un mundo mágico, un portal misterioso al que han decidido pintar de rosa y blanco buscando no sólo no romper la imagen de un muro sólido, si no conseguir que aquellos grises que pasan cabizbajos, inmersos en problemas de menor importancia, no sean capaces de disfrutar de todas las ventajas que, sin duda, ofrece la tremendamente atractiva puerta que no.
Stairway to hell. En este último concepto se unen los dos anteriores. Escaleras y puertas se besan en un único ser complejo, amorfo y bello. Unos escalones de madera, tan estrechos que obligan al valiente a ir solo, preceden a la última separación de lo humano y lo divino. Son imprecisos, sí, pero más lo es el conjunto que forma con la puerta, incapaz de contener toda la luz del universo inmaterial, aquella que se cuela por angostos resquicios que el carpintero decidió correctos. Imaginad a ese tipo, resuelto, sin tres falanges, manchado, feliz. Coloca el marco, la puerta, ve que nada encaja y espeta: bueno, pues esto ya está. Muchos pensaréis que se debe al paso del tiempo, que una construcción tan vieja habrá vivido mil aventuras y que el encargado de su finiquitado haría un buen trabajo. Yo os digo, dejad de culpar al tiempo de nuestros errores, qué ha hecho él si no oxidarnos hasta la muerte. Latas, sois todos simples latas anaranjadas y lo sé porque he cruzado la puerta, he preguntado y he visto.
Perdón por estos momentos confusos, mañana toca cerrar y estoy triste. Contaré mejor estos dos últimos días y, como adelanto, os diré que he vuelto, el Atalaya/Olga/Olga's Palace sigue en pie. Y de qué manera.
25/9/15
San Sebastián 2015, día 7: las películas
Séptimo día de butacas a oscuras. Ya se ve la luz al final del pasillo, la puerta se está entreabriendo pero, hasta que lleguen los créditos, aun nos queda un ratito.
Les chevaliers blancs es una producción belga dirigida por Joachim Lafosse que muestra lo complejo que es realizar una buena acción en una zona de conflicto. Basado en hechos reales, muestra cómo los integrantes de una ONG se juegan la vida en una misión más arriesgada de lo normal. El plan es llevarse a 300 niños huérfanos de Chad hasta Francia, donde ya esperan familias de acogida. El conflicto en la zona, los cruces con jefes locales e incluso los ejércitos occidentales desplegados por la zona, harán que cada paso sea más peligroso que el anterior y obligarán a los voluntarios a replantearse su integridad y compromiso. El tema es tan duro y necesario que no se puede decir que la cinta no sea interesante, pero lo cierto es que Lafosse plantea todo con una planicie televisiva que impide a la tramar levantar el vuelo en ningún momento. Como un duro reportaje preparado, el espectador se temerá lo peor desde el principio y, cuando va sucediendo, ya todo da igual.
Son of Saul (Saul fia) era uno de los títulos potentes, aunque sólo sea por los galardones que obtuvo en Cannes, Gran Premio del Jurado incluido. Dirigida por el primerizo László Nemes, supone un nuevo y original acercamiento al horror de los campos de concentración. La trama nos presenta a Saul, uno de los presos de Auschwitz que se ve forzado a trabajar quemando cuerpos y recogiendo ropas. Su insoportable día a día cambia cuando decide buscar un rabino para celebrar un funeral como Dios manda. Nemes pega la cámara al protagonista durante todo el metraje y, gracias a esto, la experiencia es tan potente como agotadora. El montaje y la fotografía son perfectos, cuidando cada detalle para dar esa sensación de inmersión que tan difícil resulta con la tercera persona. A ratos casi podría parecer una misión de infiltración del último Wolfenstein y, aunque no manejemos al personaje, la identificación termina siendo plena y dolorosa. Realista, dura y potente, Son of Saul nos lleva justo a donde no querríamos estar y obliga a pasar un horrible buen rato.
Un día perfecto para volar (Un dia perfecte per volar) es una cinta sencilla que, más allá de la curiosidad, poco tiene que ofrecer. Rodada por Marc Recha, ofrece un apacible día en el campo con Sergi López y el pequeño Roc Recha. Juntos hablarán de todo un poco, dependiendo de los temas que el niño tenga a bien ir sacando y virando aquí y allá como lo hace cualquier conversación. La naturalidad que consigue el director de sus dos protagonistas es total, lo cierto es que resulta hasta placentero pasar el rato con ellos y dejarse llevar por el cuento del gigante, la araña y el conill vermell de les orelles vermelles. Como la cosa no se alarga demasiado y el giro final tiene el mismo tempo y elegancia que el resto de la cinta, el resultado es un regalo pequeño bien envuelto para quien quiera disfrutar de algo así.
No estamos solos es una recopilación de testimonios de diferentes activistas que se han visto especialmente animados desde el surgimiento del 15M. Sin demasiado orden ni concierto, Pere Joan Ventura nos enseña asociaciones de mujeres feministas, agrupaciones de música protesta, iaioflautas y demás organizaciones dispuestas a cambiar lo que está mal. El problema no es que no muestre otros puntos de vista, entiendo que esto no iba por ahí, si no que se queda en el cartel, en los preparativos para diferentes manifestaciones y nada más. Todo lo que ha salido de estas reuniones, al menos en cuanto a material audiovisual, suele estar muy cuidado y tiene un potente mensaje, se esté conforme o no con el mismo, por eso sorprende el naderío de este reportaje deslavazado. Claro que compite contra grandes productos, cualquier Salvados se merienda esto, pero podría ofrecer algo nuevo o, al menos, más preparado. Lo mejor, eso sí, la cena de señoras ideando El tren de la libertad.
El clan es el éxito argentino de este año y, como viene siendo habitual, merecido. Pablo Trapero dirige esta cinta en la que se toca un tema incómodo, los secuestros y rescates que se vivían en la época más oscura de la historia reciente de su país. Con los Puccio como protagonistas, auténticas celebridades del terror, Trapero logra una historia donde se pone de manifiesto la deshumanización que la codicia y el poder desatado llevan consigo. Con una maravillosa interpretación de Guillermo Francella, es adictivo ir conociendo los pormenores de esta familia desde dentro, siendo testigos de los conflictos internos del clan y del arribismo político que permitía aquellas macabras jugarretas. Comparada incluso con Scorsese, el éxito de la película se debe en gran parte a cuatro set pieces especialmente acertadas donde la música ayuda a que el total parezca aun mejor de lo que es.
Les chevaliers blancs es una producción belga dirigida por Joachim Lafosse que muestra lo complejo que es realizar una buena acción en una zona de conflicto. Basado en hechos reales, muestra cómo los integrantes de una ONG se juegan la vida en una misión más arriesgada de lo normal. El plan es llevarse a 300 niños huérfanos de Chad hasta Francia, donde ya esperan familias de acogida. El conflicto en la zona, los cruces con jefes locales e incluso los ejércitos occidentales desplegados por la zona, harán que cada paso sea más peligroso que el anterior y obligarán a los voluntarios a replantearse su integridad y compromiso. El tema es tan duro y necesario que no se puede decir que la cinta no sea interesante, pero lo cierto es que Lafosse plantea todo con una planicie televisiva que impide a la tramar levantar el vuelo en ningún momento. Como un duro reportaje preparado, el espectador se temerá lo peor desde el principio y, cuando va sucediendo, ya todo da igual.
Son of Saul (Saul fia) era uno de los títulos potentes, aunque sólo sea por los galardones que obtuvo en Cannes, Gran Premio del Jurado incluido. Dirigida por el primerizo László Nemes, supone un nuevo y original acercamiento al horror de los campos de concentración. La trama nos presenta a Saul, uno de los presos de Auschwitz que se ve forzado a trabajar quemando cuerpos y recogiendo ropas. Su insoportable día a día cambia cuando decide buscar un rabino para celebrar un funeral como Dios manda. Nemes pega la cámara al protagonista durante todo el metraje y, gracias a esto, la experiencia es tan potente como agotadora. El montaje y la fotografía son perfectos, cuidando cada detalle para dar esa sensación de inmersión que tan difícil resulta con la tercera persona. A ratos casi podría parecer una misión de infiltración del último Wolfenstein y, aunque no manejemos al personaje, la identificación termina siendo plena y dolorosa. Realista, dura y potente, Son of Saul nos lleva justo a donde no querríamos estar y obliga a pasar un horrible buen rato.
Un día perfecto para volar (Un dia perfecte per volar) es una cinta sencilla que, más allá de la curiosidad, poco tiene que ofrecer. Rodada por Marc Recha, ofrece un apacible día en el campo con Sergi López y el pequeño Roc Recha. Juntos hablarán de todo un poco, dependiendo de los temas que el niño tenga a bien ir sacando y virando aquí y allá como lo hace cualquier conversación. La naturalidad que consigue el director de sus dos protagonistas es total, lo cierto es que resulta hasta placentero pasar el rato con ellos y dejarse llevar por el cuento del gigante, la araña y el conill vermell de les orelles vermelles. Como la cosa no se alarga demasiado y el giro final tiene el mismo tempo y elegancia que el resto de la cinta, el resultado es un regalo pequeño bien envuelto para quien quiera disfrutar de algo así.
No estamos solos es una recopilación de testimonios de diferentes activistas que se han visto especialmente animados desde el surgimiento del 15M. Sin demasiado orden ni concierto, Pere Joan Ventura nos enseña asociaciones de mujeres feministas, agrupaciones de música protesta, iaioflautas y demás organizaciones dispuestas a cambiar lo que está mal. El problema no es que no muestre otros puntos de vista, entiendo que esto no iba por ahí, si no que se queda en el cartel, en los preparativos para diferentes manifestaciones y nada más. Todo lo que ha salido de estas reuniones, al menos en cuanto a material audiovisual, suele estar muy cuidado y tiene un potente mensaje, se esté conforme o no con el mismo, por eso sorprende el naderío de este reportaje deslavazado. Claro que compite contra grandes productos, cualquier Salvados se merienda esto, pero podría ofrecer algo nuevo o, al menos, más preparado. Lo mejor, eso sí, la cena de señoras ideando El tren de la libertad.
El clan es el éxito argentino de este año y, como viene siendo habitual, merecido. Pablo Trapero dirige esta cinta en la que se toca un tema incómodo, los secuestros y rescates que se vivían en la época más oscura de la historia reciente de su país. Con los Puccio como protagonistas, auténticas celebridades del terror, Trapero logra una historia donde se pone de manifiesto la deshumanización que la codicia y el poder desatado llevan consigo. Con una maravillosa interpretación de Guillermo Francella, es adictivo ir conociendo los pormenores de esta familia desde dentro, siendo testigos de los conflictos internos del clan y del arribismo político que permitía aquellas macabras jugarretas. Comparada incluso con Scorsese, el éxito de la película se debe en gran parte a cuatro set pieces especialmente acertadas donde la música ayuda a que el total parezca aun mejor de lo que es.
24/9/15
San Sebastián 2015, día 6: lo otro
Todo lo visto este día lo tienes pinchando en San Sebastián 2015, día 6: las películas. Todo lo no visto, a continuación.
La noche fue dura, justo lo contrario que mi colchón. Para los despistados, vamos a recomponer el escenario y los contrincantes rápidamente. La habitación tiene una primera mitad con dos camas ocupadas por un joven que ronca y una chica que me saludó a través de la cortina. En la otra mitad hay dos camas resorte, una convertida en litera y otra plegada apaciblemente, la mía. A mi lado, en el dúplex de colchones, duerme un señor francés mayor que parece estar de paso, y un desconocido al que intuyo torpón por el jaleo que armó al entrar en la habitación y escalar a su guarida.
Establecido el campo de batalla, volvamos al presente, justo cuando me desmayé por aquello de que tenía mucho sueño y demás. Pese al cansancio ponderante, algo me saca bruscamente del letargo, un estruendo que debe preceder a titulares catastróficos en medios de comunicación internacionales. Algo que haga ese ruido, debe ser un acontecimiento tectónico único en su siglo o un error humano catastrófico. Pienso primero en la estatua de un tamborilero que hay cerca del hostal, un elemento decorativo que cada noche encuentro de lo más siniestro. Imagino que ha cobrado vida y anda tamborileando por ahí, machacando con sus baquetas de bronce los huesos de los infelices que se crucen en su camino.
Tras despertarme un poco más, me doy cuenta de que la situación, aunque portentosa, es mucho más terrenal. El epicentro del conflicto está localizado en una zona muy precisa, la nariz del nuevo. El tipo ronca como para ser llevado al espacio y estudiado por otras inteligencias, superiores a las nuestras, que sean capaces de dar con el mecanismo que permite al ser humano hacer más ruido de forma inconsciente que consciente y, de paso, no despertarse a sí mismo.
El estrépito es tal que comienzo a oir a los otros tres ocupantes de este camarote maldito. Los dos ex durmientes tras la cortina dan vueltas, como buscando una posición donde aquel terrible sonido no ponga en riesgo su capacidad auditiva. El otrora amable francés, refunfuña, como odiando el momento en el que se le ocurrió poner el pie en esta tierra de conejos. Malditos íberos, oigo a su cerebro.
Bueno oír, lo que se dice oír no, y no porque no sea telépata, que tampoco, si no porque con los ronquidos sería imposible seguir las letras de un concierto de Metallica en esta misma habitación. De pronto, mientras compruebo que la otorragia aun no es severa, noto un brusco golpe en mi cama. No puede ser, pero sí. El francés ha confundido el foco de emisión y, no pudiendo con la presión, a atizado al colchón del que creía responsable. Tras moverme inquieto intentando recomponer mi vida y obras, entiende que el maestro fonador es su compañero porque no vuelve a atizarme.
El espectáculo continúa unos minutos mientras intento pensar en las cosas más horribles que he escuchado en mi vida, como queriendo aplacar aquello que atrona como cien cascos de caballos sobre una fina plancha metálica hueca. La solución llega con ese repaso, cuando caigo en la cuenta de la existencia de una ruidosa banda de la que soy miembro y cuyos sonidos suavizo como puedo. Me deslizo cimbreante por la cama hasta tocar con los dedos la mochila, abriendo la cremallera sin piedad ni cuidado, no estaba el ambiente para remilgos, y encontrando rápidamente mi salvación, mi tesoro: mis tapones de los oídos para ensayar.
Por la mañana sólo queda en la cama el artista de la respiración imposible, entiendo que el resto ha huido, dejando el cadáver apuñalado pero bien tapado encima de la litera, esperando que me echen a mí el muerto. Salgo veloz a la calle para evitar cargos inmerecidos y me doy cuenta de algo bastante razonable, estoy destrozado.
Cuando los días son duros, lo peor que te puede pasar es una noche aun peor así que, con dolor y pena, me arrastro hacia una nueva jornada. Por el rabillo del ojo veo algo antes de entrar a la oscuridad de las butacas. El azul, enorme y relajante. Caigo en la cuenta de que el ritmo es tan ajetreado que no he mirado al mar desde que llegué, impensable en alguien de interior. Me siento y me dejo perder un rato, escuchando las olas, sintiendo el viento y respirando salado. Calma, por fin. Quién lo iba a decir, el relato de hoy termina bien.
Me caga una gaviota.
La noche fue dura, justo lo contrario que mi colchón. Para los despistados, vamos a recomponer el escenario y los contrincantes rápidamente. La habitación tiene una primera mitad con dos camas ocupadas por un joven que ronca y una chica que me saludó a través de la cortina. En la otra mitad hay dos camas resorte, una convertida en litera y otra plegada apaciblemente, la mía. A mi lado, en el dúplex de colchones, duerme un señor francés mayor que parece estar de paso, y un desconocido al que intuyo torpón por el jaleo que armó al entrar en la habitación y escalar a su guarida.
El Golem ha vuelto |
Tras despertarme un poco más, me doy cuenta de que la situación, aunque portentosa, es mucho más terrenal. El epicentro del conflicto está localizado en una zona muy precisa, la nariz del nuevo. El tipo ronca como para ser llevado al espacio y estudiado por otras inteligencias, superiores a las nuestras, que sean capaces de dar con el mecanismo que permite al ser humano hacer más ruido de forma inconsciente que consciente y, de paso, no despertarse a sí mismo.
El estrépito es tal que comienzo a oir a los otros tres ocupantes de este camarote maldito. Los dos ex durmientes tras la cortina dan vueltas, como buscando una posición donde aquel terrible sonido no ponga en riesgo su capacidad auditiva. El otrora amable francés, refunfuña, como odiando el momento en el que se le ocurrió poner el pie en esta tierra de conejos. Malditos íberos, oigo a su cerebro.
El francés, horas antes de nuestra enemistad |
El espectáculo continúa unos minutos mientras intento pensar en las cosas más horribles que he escuchado en mi vida, como queriendo aplacar aquello que atrona como cien cascos de caballos sobre una fina plancha metálica hueca. La solución llega con ese repaso, cuando caigo en la cuenta de la existencia de una ruidosa banda de la que soy miembro y cuyos sonidos suavizo como puedo. Me deslizo cimbreante por la cama hasta tocar con los dedos la mochila, abriendo la cremallera sin piedad ni cuidado, no estaba el ambiente para remilgos, y encontrando rápidamente mi salvación, mi tesoro: mis tapones de los oídos para ensayar.
Por la mañana sólo queda en la cama el artista de la respiración imposible, entiendo que el resto ha huido, dejando el cadáver apuñalado pero bien tapado encima de la litera, esperando que me echen a mí el muerto. Salgo veloz a la calle para evitar cargos inmerecidos y me doy cuenta de algo bastante razonable, estoy destrozado.
Pero, ¿qué es eso tan mojado y salado? |
Me caga una gaviota.
San Sebastián 2015, día 6: las películas
La lluvia ha parado pero las salas siguen llenas en San Sebastián. Sexto día de cinefilia extrema que paso a comentar sin más introducción porque total, para qué.
Moira es una de esas cintas que tanto gustan en festivales seriotes, con dramón de familia desestructurada de clase baja, original de este de Europa, Oriente Medio o Balcanes. En esta producción georgiana se cumple todo, desde el hijo recién salido de la cárcel al padre en silla de ruedas, pasando por el hermano conflictivo y la madre ausente. La estructura está tan sobada que en único incentivo para seguir sufriendo es disfrutar de su fotografía fría y gris. Bueno, eso y no quedar mal con los compis gafapastas haciendo una bomba de humo a primera hora, sin la excusa del sueño ni nada de eso. Yo, que no sé nada de cine, prefiero volver a ver Atrapado por su pasado y olvidarme de esta trama de una vez por todas.
Lejos del mar es la nueva apuesta de Imanol Uribe que arriesga con una temática espinosa donde las haya. La trama presenta a un etarra que sale de la cárcel tras cumplir su condena. Se muda al sur, arrepentido de su pasado y dispuesto a perdonarse de una vez por todas. Allí se topará con la hija de su víctima y las cosas se complicarán. Elena Anaya construye un personaje complejo, anclado en los no siempre correctos diálogos de un guión que vale más por lo que cuenta que por cómo lo hace. Eduard Fernández está impecable y consigue llevar a buen puerto todo lo que Uribe propone. A ratos elegante y eficaz, otros algo torpe y orecipitada, lo que es seguro es que Lejos del mar tocará las narices a los de siempre, de un lado y otro.
Freeheld es la película con grandes estrellas del día y, curiosamente, la menos interesante. No se puede decir que haya sido una sorpresa, la cinta ofrece exactamente el dramón televisivo que se esperaba de su trama, basada en una historia real sobre minorías y enfermedades, casi nada. Como Julianne Moore ha sido nominada por hacer de lesbiana y de enferma terminal, este año se lanza de nuevo a la carrera con un personaje catapulta: una lesbiana enferma terminal. Esta vez ni se esfuerza, va con el automático y resulta tan plana que será fácil reconocer a sus fanboys desatados si le toca otra nominación. Su pareja en la cinta es Ellen Page, única excusa real para entrar a ver este telefilm y ni por esas. Por fin tiene un papel de homosexual y le toca imitar a Justin Bieber, una pena. Los que disfruten con estos hechos reales de lucha y superación, se van a poner las botas.
La novia tuvo su primera presentación en sala con este pase repleto de prensa y público, ansiosos por ver si había suerte con esta adaptación de Bodas de sangre de García Lorca, y vaya si la hubo. El título pasa a ser, no sólo una de las mejores cintas del festival, si no una de las mejores películas del año y una joya de las versiones fílmicas de nuestros inmortales literarios. Tiene tres nombres clave, por un lado Federico, y es que el texto del maestro sobrecoge en cada verso, especialmente cuando se sabe plasmar como merece. Por otro, Paula Ortiz, directora y artífice de este proyecto de gusto exquisito y fotografía inigualable. Para terminar el combo perfecto, una Inma Cuesta en estado de gracia que se pasea por la pantalla como le da la gana y deja al espectador con un nudo en la garganta. La novia me rompió, si hubiese habido un segundo pase al terminar, habría vuelto a entrar al cine. No digo más porque ya me explayaré cuando se estrene en diciembre pero, por favor, tened en cuenta que se aproxima uno de esos títulos que deberán quedarse con nosotros para siempre.
Mountains May Depart (Shan he gu ren) cerraba el mi día, puede que erroneamente. La culpa sólo la tengo yo, que ya sé que ver a Jia Zhang Ke de madrugada es deporte de riesgo, pero así me compongo yo los horarios, sin red. Es un relato en tres momentos temporales donde vemos a un trio de amigos en 1999 donde ella debe decidir con quién quedarse. Los dos tercios restantes de la peli corresponden a las consecuencias de su decisión en 2014 y 2025, especialmente en lo que concierne a su hijo. El olvido de algún personaje, la actuación regulera de otros y la tontería imperante, podrán echar para atrás a aquellos que desconozcan las libertades que suele tomarse el director. Más fácil de olvidar que de ver, contiene grandes momentos pero, en general, a mi no me ha llegado como querría.
San Sebastián 2015, día 5: lo otro
Lo importante está en San Sebastián 2015, día 5: las películas, que te has despistado. Lo de ahora son sólo pamplinas.
Hoy sí, hoy a por todas. Seguro que he descansado estas horitas y puedo darlo todo. Saldré a la calle y cantaré cada cosa que haga, como en un musical. Me ducharé raudo y veloz para que me de tiempo a pasarme a por las invitaciones de mañana y será un día estupendo. Seguro que tengo un hueco para ir a un parque con calma y escribir allí, alejarme de los sitios cerrados que me están oprimiendo y respirar, respirar el aire puro y salado de la costa donostiarra. Abro el portal, inspiro con afán purificador, me atraganto. Está diluviando.
El cielo gris y sus aguaceros marcan la jornada entre cornisa y cornisa. Con la llegada de la ventisca de la tarde esto deja de tener sentido porque llueve horizontal, así que la gente, simplemente, se deja mojar.
Ausente durante toda la mañana del palacete de Kati, encontro un momento por la tarde para hacer una visita y cambiarme de ropa para empapar otra. Al llegar a lo que egoístamente llamo mi cuarto, me sorprendo al ver que la cama había digievolucionado. No tenía ni idea, pero he estado durmiendo encima de un artefacto puede catapultarme en mitad de la noche y dejarme sin recital sonoro. Qué lástima.
Una vez aseado, seco y descansado tras cinco minutos en boxes, salgo al chaparrón muy contento y feliz. Camino de la siguiente sala, vivo una de esas experiencias que marcan la vida de un ser humano para siempre. Bajo la lluvia, en un callejón a media luz, oigo unos gritos que, de primeras, identifico con una de esas interminables letanías de borrachín pendenciero. Según avanzo hasta el incesante canto de sirena, lo escuchado va formando un patrón reconocible, poco a poco me quiere sonar a algo. Cuando llego al rincón de donde salen los gritos, me topo con un grupo de surfistas, amargados seguramente por la idea de no poder dedicarse a lo suyo en ese momento, que se compadecen de sí mismos, cabizbajos, sentados en un bordillo. El de en medio de los cinco es el que canta y, llegados a ese punto, reconozco por fin lo que grita con desesperación. Es Arabian Nights, la canción con la que abre Aladdin.
La lluvia, mezclada con la desesperación del grito surfista entonando esos cánticos orientales, me hacen flotar, levitar, soñar. Arropado por olores a incienso y resinas, a bazares alborotados con niños robando manzanas, dátiles envenenados, monos con sombrero y antiguos ungüentos sinuosos, me dejo llevar por una nube de diferentes especias hasta que despierto, como viene siendo habitual, en una sala de cine.
Vuelvo al hogar. Mi habitación tiene ahora tres ocupantes dormidos y dos camas vacías que me apresuro a dejar en una. Por fin en posición horizontal, dispuesto a asumir el sueño de los justos, oigo la entrada del nuevo. Son las 02:30, llega incluso más tarde que yo y desde el principio me lo tomo como un reto personal. Después de oír cómo tira diferentes objetos al suelo, juro que algunos parecen barras de hierro, decide que es incapaz de molestar más y sube a su litera. Qué tonto, la fiesta, su fiesta, nuestra fiesta, no había hecho más que comenzar.
Hoy sí, hoy a por todas. Seguro que he descansado estas horitas y puedo darlo todo. Saldré a la calle y cantaré cada cosa que haga, como en un musical. Me ducharé raudo y veloz para que me de tiempo a pasarme a por las invitaciones de mañana y será un día estupendo. Seguro que tengo un hueco para ir a un parque con calma y escribir allí, alejarme de los sitios cerrados que me están oprimiendo y respirar, respirar el aire puro y salado de la costa donostiarra. Abro el portal, inspiro con afán purificador, me atraganto. Está diluviando.
El cielo gris y sus aguaceros marcan la jornada entre cornisa y cornisa. Con la llegada de la ventisca de la tarde esto deja de tener sentido porque llueve horizontal, así que la gente, simplemente, se deja mojar.
Cama-litera-sorpresa |
Una vez aseado, seco y descansado tras cinco minutos en boxes, salgo al chaparrón muy contento y feliz. Camino de la siguiente sala, vivo una de esas experiencias que marcan la vida de un ser humano para siempre. Bajo la lluvia, en un callejón a media luz, oigo unos gritos que, de primeras, identifico con una de esas interminables letanías de borrachín pendenciero. Según avanzo hasta el incesante canto de sirena, lo escuchado va formando un patrón reconocible, poco a poco me quiere sonar a algo. Cuando llego al rincón de donde salen los gritos, me topo con un grupo de surfistas, amargados seguramente por la idea de no poder dedicarse a lo suyo en ese momento, que se compadecen de sí mismos, cabizbajos, sentados en un bordillo. El de en medio de los cinco es el que canta y, llegados a ese punto, reconozco por fin lo que grita con desesperación. Es Arabian Nights, la canción con la que abre Aladdin.
Bueno, dónde está la fiesta |
Vuelvo al hogar. Mi habitación tiene ahora tres ocupantes dormidos y dos camas vacías que me apresuro a dejar en una. Por fin en posición horizontal, dispuesto a asumir el sueño de los justos, oigo la entrada del nuevo. Son las 02:30, llega incluso más tarde que yo y desde el principio me lo tomo como un reto personal. Después de oír cómo tira diferentes objetos al suelo, juro que algunos parecen barras de hierro, decide que es incapaz de molestar más y sube a su litera. Qué tonto, la fiesta, su fiesta, nuestra fiesta, no había hecho más que comenzar.
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