Into the Forest fue la elegida para clausurar el Festival y, como suele ocurrir con estas cosas, resultó ser uno de los títulos más flojos. Drama de supervivencia dirigido por Patricia Rozema donde de no ser por las poderosas interpretaciones de Ellen Page y Evan Rachel Wood, estaríamos hablando sin disimulo de truño mayúsculo. La trama nos presenta a dos hermanas que viven con su padre en una lujosa casa en el campo. Un día se va la luz del planeta entero y en dos semanas hay violadores por los caminos. Tras la absurda muerte del cabeza de familia, deberán sobrevivir al guión que intenta, desesperadamente, que no sigan adelante. Todas las decisiones que toman las protagonistas podrían ser rebatidas por un niño de cinco años no especialmente avispado. Al final, por boca de la pobre Wood, hay que aguantar un tontorrón y nada sutil párrafo antiabortista que fue silbado por dos o tres de los asistentes al pase, descubriéndose aun más simples que lo que estaba siendo proyectado.
Baahubali: The Beginning es la primera de las dos partes que forman la epopeya fílmica más cara jamás filmada en India. Una locura, al menos para nuestro cerebro occidental, que incluye colores imposibles, batallas dignas de la Tierra Media y, claro, canciones a lo Boolliwood. Dirigida por S.S. Rajamouli, cuenta la historia de cómo una madre deja que las aguas de un ría se lleven a su hijo antes de ser apresada. El bebé crece hasta convertirse en una mezcla entre Sandokán y Melendi que decide subir una cascada y liarse con la princesa que vive más arriba. Después hay un flashback que supone todo el tercer acto de la cinta, hasta el punto de olvidar la historia anterior. En definitiva, es un remake de la historia de Moises con más amor, más batallas y más bailes. Como experiencia psicodélica reconozco que funciona, las risas durante la proyección fueron constantes y la lucha final contra los orcos tiene momentos de aplaudir con sinceridad. El año que viene llegará Baahubali: The Conclusion y espero que esté en Sitges porque esto solo, en mi casa, imposible.
Veteran es pura dinamita, poderío surcoreano policiaco como hay pocos. Dirigida por Ryoo Seung-wan, supone una especie de remake de las pelis de acción d los 90 como en Hollywood nunca se atreverían a hacerlo. La trama nos presenta a Do-cheol, un veterano policía bastante chulesco que está hasta el gorro de que nos delincuentes con influencias se libren de todo cargo. Su jefe le prohibe que investigue a uno de los más peligrosos de la ciudad, heredero de un imperio con bases irregulares. Cuando uno de los colegas del prota se topa con esta banda y sale mal parado, todo se vuelve personal e imparable. Divertida, inteligente, frenética y al estómago, consigue contar bien su historia mientras intercala escenas de acción de las que sólo pueden rodarse en Asia. Bebe de todas, de Arma letal a Jungla de cristal pasando por la risa del Axel Foley de Superdetective en Hollywood, pero pasando todo esto por el filtro surcoreano, convirtiéndola en un producto único e imposible de localizar en cualquier otra zona del globo en este momento.
Parasyte: Part 2 (Kiseijû: Kanketsuhen) es la mitad que le faltaba a la ya comentada Parasyte: Part 1. Comienza donde lo dejamos, con la humanidad siendo invadida por unos bichos que se alojan en el cerebro y se hacen con el control de tu cuerpo. En esta parte, el protagonista y su parásito son colegas oficialmente y juntos empiezan una matanza de infectados. La policía anda mosqueada por las muertes de humanos monstruosos pero no saben muy bien si agradecer o perseguir al que se esté cargando a esas criaturas. La cosa se complica cuando se presenta al malo final, un tipo que tiene asimilados cinco alienígenas y que, por lo tanto, es una amenaza mayor que el resto. Algo más aburrida y monótona que la anterior, y cerrando alguna trama de aquella manera, Parasyte: Part 2 cumple con lo junto y vuelve a darnos varios planos bastante graciosos de la manita con labios que va a su bola. Y sí, al final hay varias frases sobre "devolver la mano derecha para sus cosas" que se pueden sacar de contexto.
Green Room me demostró que no hay que despistarse, cualquier título puede desordenarte los esquemas. Así ocurrió con la penúltima película vista del Festival que entró en mi Top como un tiro. Escrita y dirigida por Jeremy Saulnier, que ya llamó la atención con Blue Ruin, cuenta el problemilla con el que se topa una banda de punk de mala muerte al tocar en un garito nazi. Al principio la tensión se sostiene por aquello de que los extremos se juntan, pero una sorpresita en el backstage dejará al grupo encerrado y rodeado de skinheads con ganas de sangre. Tensa, agobiante y casi inclamente con el espectador, la cámara baila entre el encierro de los asediados y los planes de los que amenazan desde fuera. Con un reparto plagado de caras más o menos nuevas, terminan destacando los que sí tienen nombres conocidos como Imogen Poots y Anton Yelchin, perfectos en sus roles acobardados, o el mismísimo Patrick Stewart como mandamás de los violentos. Título recomendable para todo amante de la tensión e imprescindible para aquel que haya tocado con una banda en garitos en los que, en algún momento, ha pensado en salir por patas. Si no te interesa nada de esto, tiene otra excusa más: ver una enfrentamiento entre el Capitán Jean-Luc Picard y el nuevo Chekov.
Yakuza Apocalypse (Gokudô Daisensô) es la traca final, los fuegos artificiales que se van de madre y el incendio incontrolado de después. Takashi Miike presentó este plato de setas, sake y otros estupefacientes que hay que tragar con katanas mientras te tatúan algo en la espalda. El director de Ichi the killer puede hacer lo que le venga en gana, para eso rueda unas tres películas al año y se presenta en Sitges cada vez que le llaman, no dudando en parar por la calle las veces que haga falta para contentar a los fans. El menú de hoy cuenta una historia de Yakuzas vampiros que no controlan su población y terminan siendo más que la población normal. Esto es un problema para los Yakuzas humanos, que no tienen a nadie a quien extorsionar, pero el mayor problema viene de la mano de un sindicato de asesinos que trae consigo al monstruo moderno. Si todo esto te parece raro, lo estás entendiendo bien, Yakuza Apocalypse se podría resumir en un plano donde aparecen juntos una especie de enterrador con ataúd a cuestas, un señor con mochilita de estudiante, una duende tortuga y la rana, la maldita rana. La película está llena de momentos que te obligan a pensar sobre si realmente la vida es como la has vivido hasta ese instante o hay más, bajo la corteza. Un viaje imposible, loco y despreocupado, perfecto para un Festival necesitado de desparrame, demasiado encorsetadO en dramas con excusa fantástica al fondo, muy a lo lejos. Miike nos ha salvado, deglutido y expulsado, y damos gracias. Y la rana, LA PUTA RANA.
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