O lo que queda de ella |
Por otro, porque hay que rendirse a la evidencia y romper la pureza de los tops de la edición correspondiente porque, sin lugar a dudas, La juventud es una maravilla.
Todas las críticas negativas que obtuvo en Cannes pasaban por el mismo bache; comparar este trabajo con La gran belleza. Lo cierto es que Paolo Sorrentino puede que no haya logrado otra obra del mismo poso espiritual, pero contiene aciertos tan rotundos como aquella.
Hacía mucho que Michael Caine y Harvey Keitel no llegaban a ese nivel de actuación, ese punto en el que parece que conoces a los personajes y no te importaría acompañarlos para siempre. Todos los secundarios están a la altura, la música vuelve a funcionar y la fotografía del pintoresco hotel de los Alpes es tan pura como enigmática, justo lo que pide un escenario así.
Un título por el que dejarse envolver, con un clímax final con el que es imposible no sentirse conmovido. Que sí, que no llega a lo de la ascensión de escaleras de la Santa, pero dejad de perseguir a Sorrentino por sus logros, ahora que está en la cima le ha vuelto a salir bien y eso, como se cuenta aquí, es complicado.
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