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'Polder' trata de, bueno, la vida, ¿no? Coproducción germano-suiza con aroma oriental que debió partir de una buena idea que se fue desvirtuando según ponían otras encima.
Nos presenta un futuro cercano destruido por un juego de realidad virtual que ha consumino las mentes de gran parte de los habitantes de la Tierra. Mezclando proyecciones y versiones de lo que ocurre, lo que ocurrió y lo que nunca ocurrirá, descubrimos una trama empresarial para ocultar ciertos incidentes en China durante el periodo de prueba, algo que descubre la viuda del creador del Libro Rojo, el hardware del demonio, y que aprovechará para hacerse con algo de pasta mientras su hijo se engancha a la maquinita.
Luego hay unos tres planos de realidad más, pero me quedé dormido y mis compañeros de sala me dijeron que no podían ayudarme a entender el potaje.
Una locura que, insisto, estoy seguro que llegó a ser muy interesante al comienzo de la producción, pero que se engorila en exceso y obliga al espectador a resoplar para despejar la mente de cuando en cuando.
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'Harvest Lake' era una apuesta interesante al ser el segundo trabajo de Scott Schirmer, realizador de la curiosa 'Found'. Las ganas.
Como enamorado de Lovecraft y La cosa del pantano, esta historia sobre un bosque-ente-sexual tenía que haberme entusiasmado, el problema es que, aparte de esa premisa y de una decente banda sonora, es resto es una sustancia infecta que logró eternizar sus 78 larguísimos minutos.
La dirección, el montaje y la fotografía recuerdan a ratos a 'El E.T.E. y el Oto', mientras que los diálogos nos trasladan un mal episodio de 'Compañeros'. He leído que se compara con 'Under the Skin', hacer eso sería como decir que 'The Wire' y 'Policías, en el corazón de la calle' están ahí ahí.
Después de un gag de cinco minutos sobre ponerse bañadores cortos digno de 'Matrimoniadas', un chiste sobre un gay que tiene miedo a las arañas porque es gay y unos 20 minutos de cinco imbéciles jugando a verdad o atrevimiento en una hoguera, la cosa va incluso a peor. Lo único bueno es que al final todos se tiran a un bicho que, aunque en un primer momento parece una mesa camilla, luego resulta ser el divertido extraterrestre de 'Mi amigo Mac'.
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Y hasta aquí, ya digo que si no es por el corto con Piper no hubiese tenido fuerzas para volver a casa, estaría llorando en una acera, esperando que la tercera jornada fuese algo más fácil. Veremos.
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