Puede que a los quemados por la promoción de muchos de sus productos les siga molestando, pero J.J. Abrams resucitó esta franquicia cuando se encontraba en un momento de letargo incontestable. Lo hizo a golpe de acción, épica estelar y tono altivo, como olvidando parte del carácter que hizo grande al título en televisión pero dotando todo de un fuerza que rara vez tuvo en la pantalla grande.
Tras una segunda parte cumplidora, aunque con cierto regusto decepcionante para gran parte del público, Justin Lin toma el relevo encargándose de un guión firmado por Doug Lin y aderezado por Simon Pegg. El resultado es una cinta de acción con mucho chiste que se aleja de su condición de gran momento para su historia y se acerca a la aventura episódica de Gene Roddenberry lleva en su corazón.
Por el camino hemos perdido cierta rotundidad, pero el aire serial aporta una alegría y vivacidad a sus personajes que llega hasta el patio de butacas. La pareja formada por Bones (Karl Urban) y Spock (Zachary Quinto) se lleva gran parte de la gloria, pero el resto de dúos encajan como un guante en esta nueva versión colorida.
En cuando a los nuevos, Sofia Boutella roba cada plano en el que aparece mientras que Idris Elba desaparece. En su defensa, digamos que tenía complicado llamar la atención de nadie. Su villano es uno de los dos grandes palos de la película.
El otro es, sorprendentemente, lo caótico de la dirección cuando la acción se vuelve frenética. Es curioso que hayan elegido a un realizador como Justin Lin para dotar de caña a la película y que el responsable de algunos de los mejores y peores capítulos de la saga 'Fast & Furious', haya firmado momentos tan mareantes y poco definidos. Las escenas que mezclan cuatro escenarios de batalla resultan agotadoras debido, en gran parte, al abuso de una cámara giratoria que se esfuerza en enlazar elementos de manera visual. Menos es más y, en este sentido, aquí nunca hay menos.
Dicho esto, la diversión palomitera y el fan service para los trekkies harán que el viaje sea agradable pese a las turbulencias.
Para terminar, y como avergonzado desconocedor del corazón televisivo de todo este mundo, pido perdón por adelantado a los fanáticos a los que les parezca fatal el orden en el que yo dispongo sus versiones cinematográficas. Es lo que hay: