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'Un monstruo viene a verme' es solo la tercera película de J.A. Bayona. Y señalo lo de solo porque no deja de ser llamativo hasta dónde ha llegado el catalán con 'El orfanato', 'Lo imposible' y un puñado de videoclips.
Cierra su trilogía accidental sobre las relaciones maternofiliales y la muerte con una historia que no esconde su propósito en ningún momento: quiere que llores.
Agradezco que no disimule sus planes, desde el primer plano hasta el último se esfuerza en hacerte sentir algo en el estómago y empeñarte las gafas, pero la preparación es tan evidente que la absoluta falta de sorpresa me dejó mucho más entero de lo deseado.
Cada plano con monstruo es maravilloso, el metraje crece en sus historias dentro de historias pero, una vez que volvemos a la realidad y avanzamos en la inexorable caída hacia un entierro, a mí me pierden.
Se va a comer la taquilla.
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Y es que resulta que Oliver Stone ha decidido mostrarnos en imágenes lo que el propio Edward Snowden contaba a Laura Poitras en la imprescindible 'Citizenfour', llegando a recrear como hilo conductor las míticas sesiones en la habitación de un hotel.
Stone sabe que tiene una historia necesaria, pero no estoy seguro de que haya sido capaz de demostrarlo del todo. Funciona por su mensaje mucho más que por su, a ratos, tontorrona puesta en escena.
Con un Joseph Gordon-Levitt brillante, hay que reconocer que la película la roba Nicolas Cage que, por lo que sea, pasaba por allí u rodó un par de planos.
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Bueno, calma, no es realmente así, pero lo cierto es que, tras los primeros dos tercios de película en la que nos presentan los personajes y el escenario, lo que tenemos es al guarda de invierno de una granja pasándolo muy mal.
Silenciosa, fría y pausada, resulta una experiencia interesante para el que se deje llevar por su crudo encanto.
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'Yo, Daniel Blake' llega a San Sebastián como flamante ganadora de la Palma de Oro en Cannes, mérito necesario para llenar la sala de tipos con ganas de dar palos.
Ken Loach no disimula a la hora de denunciar los errores del sistema inglés, pero rellena el dramático escenario con personajes sumamente positivos, logrando así edulcorar de manera efectiva el puñal que poco a poco nos va clavando.
Este método tiene un gran problema y es que, todos son tan buena gente, que para crear conflicto necesita villanos plenamente negativos. Los grises se difuminan en esta película donde la clase obrera el feliz pese a los palos y los funcionarios son, básicamente, el demonio.
El que pueda perdonar esto, entendiéndolo como una herramienta para contar un cuento sobre lo mal que están las cosas pero lo fundamental que es no rendirse, disfrutará de una preciosa película.
A la salida, mientras limpiaba las gafas que el monstruo no había logrado empañar, oí cómo una chica se quejaba de la cantidad de película que había visto como esta, a la que calificaba como "una lista de topicazos". Llevaba tatuada la serpiente de 'El principito' en la nuca y vestía un moderno chandal de tactel. No hay más preguntas señoría.
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