Imanol Uribe arriesga con una temática espinosa donde las haya que, por desgracia, terminó convirtiéndose en una comedia no pretendida para el complicado público del Principal que la vio por primera vez hace un año en el Festival de San Sebastián.
La trama presenta a un antiguo etarra que sale de la cárcel tras cumplir su condena. Se muda al sur, arrepentido de su pasado y dispuesto a perdonarse de una vez por todas. Allí se topará con la hija de su víctima y las cosas se complicarán.
Elena Anaya construye un personaje complejo, anclado en los no siempre correctos diálogos de un guión que vale más por lo que cuenta que por cómo lo hace. Eduard Fernández está impecable y consigue llevar a buen puerto todo lo que Uribe propone.
A ratos eficaz, otros algo torpe y precipitada, este es uno de esos títulos que molestará a los de siempre, de un lado y otro.
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