'El extraño', porque si alguien tiene que romperte la mente, que sea un surcoreano.
Na Hong-jin ya se había ganado el cielo cuando estrenó 'The Chaser', un thriller de asesinos en serie que, junto a 'Oldboy' y 'Encontré al diablo', nos obligaron a no perder de vista al país asiático. Tras la también potente 'The Yellow Sea', han pasado cinco años sin que supiéramos nada del director y, la verdad, ha merecido la pena.
Todo empieza con aires de comedia negra costumbrista, donde los inexplicables asesinatos de un pequeño villorrio no son más que la excusa para que nos riamos de un torpón policía. Poco a poco, el espectador va descubriendo junto al apocado protagonista la seriedad del caso y, sin cambios bruscos, todo se convierte en una de trama tan oscura, enrarecida y retorcida como cabría esperar de un acertado relato de género.
Rituales, religiones, demonios y engaños se mezclan en un pequeño pueblo de montaña que te atrapará para siempre. Hace un mes que la vi por primera vez y aun sigo dentro.
Tenía que ser la demostración de que Denis Villeneuvepuede moverse en la ciencia ficción antes de entregarnos 'Blade Runner 2049' y, además de lograrlo, se ha sacado de la manga una de las películas de ciencia ficción más interesantes de los últimos años.
Enigmática, grande y, de algún modo, simple, 'La llegada' juega con su concepto a través de una fotografía fría y poderosa, perfeccionando una ambientación con la que el director no deja de asombrarnos. El diseño de sonido y la sublime banda sonora de Jóhann Jóhannsson, con unos coros que recuerdan a los de Shôji Yamashiro para 'Akira', ayudan a Villeneuve a crear ese espacio tan propio que parece funcionar en los blockbuster como si fuese idea de un Estudio.
Amy Adams, por su parte, nos recuerda por qué creíamos que era buena actriz. No es que fuese mejor cuando tocaba en garitos pequeños, pero más o menos. Aquí consigue quedarse con la película gracias a un trabajo de contención y estilo digno de aplauso.
Una llegada de extraterrestres soberbia, que aborda los problemas de comunicación como ninguna lo había hecho antes y, de regalo, se permite el lujo de hablar de la maternidad, el tiempo no lineal y algún que otro subtexto que remata la película con un giro final algo Nolan que, aunque se lo podían haber ahorrado, hará las delicias de los seguidores de la versión famosa del canadiense. Y es que si el de 'Interstellar' hace cine comercial con elementos que engatusan a parte de la crítica, ¿no es Villeneuve el que mejor hace cine para críticos que puede convencer al gran público?
A ver ahora cómo logramos llegar al 6 de octubre sin que las expectativas se vayan más allá de Orión...
Puede no ser de lo mejor de Hirokazu Koreeda, pero sigue siendo de Koreeda y eso es más del doble de lo que la mitad merecéis.
Un relato sencillo sobre un perdedor que hace lo que puede por tirar día a día y recuperar el cariño de su hijo, su ex, su hermana y su madre. El problema es que el gran personaje de la película es la abuela de la familia, una auténtica roba planos que nos recuerda por qué no hay nadie como el director para contarnos cómo es el Japón actual de puertas para adentro. No es que todo se venga abajo cuando ella no está en pantalla, pero si la trama sobre las dotes detectivescas del padre pasase a ser una mera anécdota y decidiese centrarse del todo en la matriarca, el resultado sería aun más disfrutable.
Un placer para amantes del tranquilo cine japonés en general, y para acólitos del realizador en particular. Y como enamorado de su cultura, os remito este artículo que escribí en Fotogramas con el que me quedé bien a gusto: 'Japón, siglo XXI: 20 directores fundamentales de su cine contemporáneo'.
Esta es la película con la que Adam Wingard iba a poner el género patas arriba, una vuelta a la historia que lo cambió todo con nuevas ideas y terror del bueno. A la media hora sabes que algo va mal y, cuando empiezan los sustos, descubres el despiadado amargor de las mentiras promocionales.
Esto no es sino una repetición de todos los motivos por los que hemos terminado huyendo del found footage desde aquella embriagadora 'El proyecto de la bruja de Blair' (Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999), encontrando honrosas excepciones cada demasiado tiempo.
Ya sea porque apetecía volver al bosque, o porque los acólitos deWingard están deseando demostrar a todos que su ídolo es tan bueno como creen, los asistentes al reciente Festival de Sitges acudimos en masa a las funciones de esta secuela, que bien podría llamarse remake, y salimos de la sala cabizbajos, como sabiendo que nos habían timado one more time..
Chicos perdidos en el bosque, misterios tras los árboles y lloros a cámara, todo esto sazonado por una colección de insoportables subidas de volumen tan predecibles como desagradables. Lo peor del género para llegar a un clímax final que está a punto de ofrecer algo nuevo y no, al final tampoco lo hace. Una pena.
El rotundo éxito comercial de 'Ouija' (Stiles White, 2014), obligaba a Hasbro y Blumhouse Productions a sacar secuela, el problema es que su infecta calidad hacía impensable la hazaña, por lo que se sacaron de la manga un nuevo invento al que llamaremos "nocuela": secuela de una película tan mala que disfrazan de secuela y desechan cualquier conexión con la original.
A efectos prácticos, esto viene a ser una nueva franquicia con la tabla de contacto con los muertos como protagonista del título, que no de la trama.
Y es que si bien Mike Flanagan ha logrado rodar un producto mucho más pasable que el anterior, lo ha hecho a costa de meter a capón el elemento obligado en una trama que ya debía tener escrita. Las protagonistas se olvidan de la tabla a mitad de la película y, como si hubiese venido un productor de Hasbro el último día de rodaje, vuelve a escena para absolutamente nada justo al final.
Durante toda la película hay secuencias que te hacen pensar que estas ante un buen título de terror, pero entre medias hay otras que hacen que todo eso se te pase. Una pena que el divertido tren de la bruja final tarde tanto en llegar y esté tan explicado. ¡Viva el misterio, joder!
Es complicado, eso lo entendemos todos. En Marvel están salvando los muebles hasta con sus apuestas más arriesgadas y esta, desde luego, lo era. Ya conocemos a la infantería pesada y a los entes de fuerzas sobrehumanas, ahora le tocaba el turno a los místicos, la tercera facción de defensa ante lo que está por llegar y la más complicada de plasmar en pantalla.
Para ello, han adornado la película con momentos visuales increíbles, jugando con figuras caleidoscópicas y referencias artísticas abstractas que obligan al espectador a disfrutar quiera o no. Luce tanto en sus batallas como en los viajes astrales, funcionales y bien diseñados.
La pena es que toda esta diversión y poderío visual se pierde, al menos hasta cierto punto, por lo marcado del camino de un héroe que, siendo de los más desconocidos por el gran público hasta ahora, cuenta con la película más previsible y monótona de la colección.
Cuando salió el primer trailer, aquel donde ya se veían edificios en posiciones imposibles, muchos gritaron al viento su parecido con 'Origen'. Lo curioso es que se confundieron pero poco, esto es otra peli de Nolan, esto es 'Batman Begins'.
Marvel ya tenía la suya, 'Iron Man', y por si fuese poco repitió con 'Ant-Man' la estructura básica de origen del héroe. ¿Era realmente necesario que el Hechicero Supremo perdiese su primera aventura en calcar lo ya conocido? Imaginad por un momento que esta película empezase con uno de los secundarios ya conocidos. Digamos que siguen sus propios guiños y, para que tenga algún sentido el que incluyeron en 'Thor', conocemos Stephen Strange mediante un secundario de la franquicia que le sigue los pasos. La Agente Romanoff, para que esto sea aun más atractivo, nota que el Doctor aparece y desaparece de un modo extraño, no logra realizar un seguimiento correcto y se acerca demasiado al objetivo. Descubre que está enfrentándose al villano de turno y poco a poco conocemos la mecánica y blablabla. Si quieren mostrar el accidente de coche, los entrenamiento y demás, pequeños flashback visuales bastarían y, el Anciano, seguiría siendo el mentor cuando fuese a pedir ayuda o algo por el estilo.
Nada de esto es sumamente novedoso, pero sí animaría un poco el cotarro de una película que, no siendo mala, nunca termina de convencer por culpa de la sensación de repetición, tanto estructural como de tono. Y es que mezcla de profundidad épica y comedia se les ha cortado esta vez por culpa de un humor tímido y forzado, logrando incluso que un tipo carismático como Benedict Cumberbatch, parezca una apática estrella que busca pasar el día rápido, imitando lo que ya sabe que funciona para terminar la jornada y llevárselo muerto.
Lo mejor de todo esto es que el personaje y el actor tienen tanto potencial que, pese a no haber empezado con la ruptura de normas que ambos merecían, aquí sigue habiendo material para hacernos vibrar en futuros encuentros.
Así queda pues el orden marvelita, un listado que solo alcanza la gloria en la cumbre pero con el que se puede pasar un buen ratito hasa con sus títulos menos inspirados.
'Yo, Daniel Blake', cuando te metes en las trampas para pasar un buen rato.
Llegó a San Sebastián como flamante ganadora de la Palma de Oro en Cannes, mérito necesario para llenar la sala de tipos con ganas de dar palos, y se fue el festival donostiarra con el Premio del Público.
Ken Loach no disimula a la hora de denunciar los errores del sistema inglés, pero rellena el dramático escenario con personajes sumamente positivos, logrando así edulcorar de manera efectiva el puñal que poco a poco nos va clavando.
Este método tiene un gran inconveniente y es que, todos son tan buena gente, que para crear conflicto necesita villanos absolutamente negativos. Los grises se difuminan en esta película donde la clase obrera el feliz pese a los palos y los funcionarios son, básicamente, el demonio.
El que pueda perdonar esto, entendiéndolo como una herramienta para contar un cuento sobre lo mal que están las cosas pero lo fundamental que es no rendirse, disfrutará de una preciosa y exagerada película.
A la salida, mientras limpiaba las gafas que el monstruo no había logrado empañar, oí cómo una chica se quejaba de la cantidad de títulos que había visto como este, al que calificaba como "una lista de topicazos". Llevaba tatuada la serpiente de 'El principito' en la nuca y vestía un moderno chandal de tactel. No hay más preguntas señoría.
Tras estrenarse con 'Stockholm', Rodrigo Sorogoyen se afianza como un director imprescindible con este thriller de asesino en serie en el Madrid de la visita del Papa Benedicto Equis Uve Palito.
Roberto ÁlamoyAntonio de la Torre, que no se pierde una de estas, son los soberbios policías que, pese a no cumplir como personas en el día a día, son fundamentales en un trabajo que quema por dentro.
Los lugares comunes en los que cae el guión no son si no muestras de que, de lo conocido, aun se puede sacar mucho jugo. La fotografía ayuda a pensar en cine de otros países, de los siempre atractivos casos norteamericanos a los imposibles trasfondos escandinavos, rematando en revanchas surcoreanas para que quede claro quienes han sido los reyes del género la última década y media.
Todo esto en nuestras calles, donde también podemos cruzarnos con la maldad y la bondad, siempre gris oscura.
'Hardcore Henry', lo que necesitábamos y, por cautela, no esperábamos.
¿Qué quería? Hora y media de acción desenfrenada en primera persona sin parones y con una excusa argumental divertida.
¿Qué ofrece? 96 minutos de tralla absoluta, filmada con un gusto y técnica intachables, que bailan sobre una divertida historieta de videojuego.
Ilya Naishuller, el ruso tras este proyecto financiado en parte por crowdfunding, la cagará cuando le den dinero en Estados Unidos y ruede allí su primer petardo pero, ahora mismo, solo puedo agradecer el buen rato que me ha hecho pasar y le adelanto mi agradecimiento por las veces que volveré a ver esta joya.
La mejor película de acción desde 'Redada asesina 2', lo más cerca que estaremos de ver en pantalla grande una gamberrada gloriosa como 'Far Cry 3: Blood Dragon'.
Si ya vimos los originales, ¿para qué queremos la reproducción? Ese es el gran problema de esta película en la que Oliver Stone, siempre metiendo el dedo en la llaga, ha decidido mostrarnos en imágenes lo que el propio Edward Snowden contaba a Laura Poitras en la imprescindible 'Citizenfour', llegando a recrear como hilo conductor las ya históricas sesiones en la habitación de un hotel de Hong Kong.
Stone sabe que tiene una historia necesaria, pero no estoy seguro de que haya sido capaz de demostrarlo del todo. Funciona por su mensaje mucho más que por su, a ratos, tontorrona puesta en escena.
Con un Joseph Gordon-Levitt brillante, hay que reconocer que la película la roba Nicolas Cage que, por lo que sea, pasaba por allí y rodó un par de planos.