‘Piratas del Caribe: La venganza de Salazar’, por favor, ya.
Es complicado entender los vaivenes del género pirata en el cine. Desde que ‘El pirata negro’ (Albert Parker, 1926) abriese camino, se vivieron decenas de aventuras hasta la llegada de su época dorada en los años 50, cuando las piruetas de Burt Lancaster y compañía elevaron el listón hasta ponérselo realmente difícil a las sucesoras. A partir de ese momento, los bucaneros no fueron más que raras excepciones en una cartelera que olvidaban a aquellos tipos mutilados de mala vida.
Tanto es así que, cuando se estrena la siempre infravalorada ‘La isla de las Cabezas Cortadas’ (Renny Harlin, 1995), el batacazo supuso la puntilla de la malograda y añorada Carolco. ¿Nos habían dejado de gustar los piratas? Según Disney y sus números, no.
Solo ocho años después de aquel naufragio, ‘Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra’ (Gore Verbinski, 2003) llega a la pantalla grande y se convierte en la película del verano. Las aguas caribeñas casan magníficamente con las leyendas, maldiciones y ritos paganos, algo que Verbinski y su equipo aprovechan y, junto a la creación de un magnífico secundario y un espléndido villano, aciertan de pleno. El director cerró la trilogía en 2006 y 2007 con dos cintas menores que, básicamente, consistían en complejas coreografías sobre elaborados escenarios. El nuevo villano pulposo y los momentos más oníricos de ‘Piratas del Caribe: En el fin del mundo’ salvaron el total, pero Sparrow y compañía no daban para más.
Por eso es inexplicable que ‘Piratas del Caribe: En mareas misteriosas’, una cuarta parte hecha por obligación en la que la desgana es protagonista desde el primer minuto, no pinchase en taquilla. Es más, superó a las otras tres.
Pese a los datos, en Disney sabían que el resultado era lamentable. Por eso han tardado seis años en sacar una nueva, algo extraño en el acelerado calendario actual, que intenta replicar la estructura de la primera pero que no logra deshacerse del verdadero problema de sus secuelas: Johnny Depp da asco/pena.
Ver a un actor interpretando a un secundario borrachín que se las sabe todas, es genial. Ver a un intérprete borracho, soltando frases sin entender muy bien dónde está durante todo un guion que, desesperadamente, intenta hacer que sea el protagonista sin conseguirlo, es horrible.
Que lo mejor sea ver a Orlando Bloom disfrazado de Txus de Mägo de Oz…
‘Alien: Covenant’, buscando al fandom desesperadamente.
¿Os imagináis qué hubiese pasado si George Lucas nos hubiese escuchado tras ‘La amenaza fantasma’? Pues eso es lo que ha hecho el pobre Ridley Scott y, sorpresa, no ha sido buena idea.
‘Prometheus’ era una locura, estaba llena de personajes idiotas, situaciones ridículas y lagunas argumentales del tamaño de la refinería que arrastraba la Nostromo, pero contaba algo nuevo. Su argumento empezaba una historia que prometía continuar, dando claves fundamentales de un universo que se descubría mucho más amplio de lo esperado mientras se apoyaba en una imponente fotografía.
Esta nueva entrega quiere seguir permaneciendo a ese mundo (o no puede despegarse de él lo suficiente), mientras intenta desesperadamente volver a los orígenes de la saga. Lo hace buscando una estructura similar a la de ‘Alien, el octavo pasajero’, algo que resulta imposible en el cine actual en el que una cinta tan magistralmente lenta como aquella sería un desastre.
El resultado es una insulsa mezcla sin la atmósfera de la original ni la fuerza visual de su predecesora. Alargada, a ratos aburrida, su trama insiste en volver a contarnos TODO lo descubierto en 'Prometheus', simplificando el mensaje de aquella e incluyendo al final un rato del bicho que todo el mundo quería ver. Todo con prisas y un CGI regulero.
Para ello se centra en la interpretación de Michael Fassbender, un tipo que defiende como puede un personaje diseñado para ser el secundario robaplanos y que, ahora que debe ser protagonista, no funciona. En cuanto a Katherine Waterston, otra vez será.
Scott, con la nave en marcha y el rumbo fijo, ha escuchado las quejas de los tripulantes y, ante el peligro de un motín, ha virado hacia un nuevo destino. Ahora ya no vamos a donde quería el capitán pero, me temo, es demasiado tarde para llegar a ningún otro puerto interesante.
Dicho todo esto, creo que ‘Alien: Covenant’ es una película maravillosa. Gracias a ella he podido entrevistar a Michael Fassbender, así que olvidad todo lo que he escrito antes y mirad qué tipo tan majo.
Dejo aquí mi orden del universo xenomórfico, no sin antes reconocer que sí, yo también creo que ‘Alien: Covenant’ es mejor película ‘Alien vs. Predator’ en casi todos los aspectos, sé que he puesto una burrada, pero pierde en el fundamental: no es entretenida. Es más, puede que ‘Alien³’ termine ocupando la sexta posición…
Esta es la quinta película de Elliott Lester pero lo ha disimulado muy bien. Sus actuaciones, fotografía y ritmo, huelen a primera película de un debutante que se rendirá tras un par de fracasos más.
Tanto es así que ahora mismo, de las treinta y cinco película que he visto con Arnold Schwarzenegger, puedo situarla la trigésimo quinta posición sin ningún problema. Bien visto, eso también tiene su mérito, digo yo.
Película de animación que debería completar la experiencia 'Train to Busan', y digo debería porque, si el mismo Yeon Sang-ho se ha encarado del proyecto y ha decidido ambientarlo en su Seúl zombificado, sería lógico esperar algunas respuestas, guiños, saludos o destellos de aquella. Y no.
Obviando que haya decidido no contar con ningún personaje de la película de acción real, estando solamente unida a ella a través del telón de fondo, tampoco es disfrutable. Repetitiva, plana y falta de nada que destacar, se compone de una sucesión de escenas de persecución que terminan bien en el último segundo.
Cuando al final quiere dar un giro acordándose de la trama, me importa entre poco y nada. También es verdad que vi esta película en Sitges, tras un maratoniano primer día y a una hora a la que no debería apuntarme a ver cosas. No me hagan mucho caso, estaba yo como para disfrutar…
Producción canadiense, escrita y dirigida por el debutante Philippe Lesage, que contiene todos los elementos necesarios para convertirse en un film de culto de festivales por todo el mundo: estética cuidada, atmósfera corrompida y atrayente, fotografía limpia y fría, banda sonora minimalista, temática oscura con niños volviéndose adultos a la fuerza y, claro, una falta de interés total por contar nada de manera directa.
Entiendo que guste mucho, yo mismo estuve absorto durante todo el metraje, disfrutando de cada intriga como de la subida de una montaña rusa que entiendes que terminará en un descenso vertiginoso. El problema viene cuando descubres que esa bajada no llegará, que esto va de subir, de preparar, de sugerir y vuelta a empezar.
Acierta al indagar en el crecimiento de un adolescente a través de la violencia y el sexo, las raíces primigenias que parecen ser las únicas que nos mueven, pero supongo que esta vez, por lo que sea, necesitaba una trama que apoyase el envoltorio. No se pierde nada por contar una historia, ‘It Follows’ lo hizo y nos gustó a todos.
'Guardianes de la galaxia Vol. 2', liberación cósmica.
Meterse en una maquinaria pesada como esta y seguir brillando con luz propia parece imposible y, sin embargo, solo así se consigue dar algo de vida a una franquicia que corre el riesgo de caer en el tedio título a título. Kevin Feige, jefe de toda esta locura, lo sabe, por eso suele arriesgar contratando a realizadores con personalidad propia que luego intenta amoldar a sus planes. Esto no siempre sale bien, Jon Favreau y Joss Whedon se fueron de la empresa sin ganas de mirar atrás y Edgar Wright no llegó ni a rodar su película. El trabajo con Feige no debe ser fácil pero, cuando sale bien, hay que aplaudir a aquellos capaces de soportar la presión para que todos disfrutemos. Los hermanos Russo ya están en esa lista, con un poco de suerte podremos incluir a Taika Waititi en unos meses y, por supuesto, James Gunn ha renovado su puesto.
‘Guardianes de la galaxia Vol. 2’ es la confirmación de la primera. Viendo que los riesgos tomados eran aplaudidos por sus jefes, la crítica y el público, Gunn ha dado rienda suelta a su empuje creativo y se ha desatado del todo.
Es fácil distinguir al director en todo tipo de decisiones artísticas durante la película, pero es en el libreto donde más se la ha jugado. Mientras nos presenta un mundo más sobrecargado de colorines, hipérboles y humor, echa el freno para contarnos cómo son sus personajes y hacia dónde los quiere llevar.
Lo hace de un modo natural, tanto que muchos detractores y adoradores de la obra no terminan de darse cuenta. Star-Lord, por ejemplo, pasa de ser el divertido cliché de aventurero desvergonzado, a convertirse en un tipo que pone en peligro a su tripulación por culpa de su ego, desconfía de su amada en cuanto logra algo de poder (en esta ocasión por culpa de su Ego), y vuelve al buen camino cuando descubre que ya había encontrado lo que buscaba.
Con Yondu es aun más extremo, ya que su historia había sido simplemente apuntada en la inicial para que aquí se explote del todo, quedándose con la película por el camino gracias al carisma y la fuerza de Michael Rooker, muy superior en esta ocasión a Chris Pratt.
Rocket, por su parte, sigue sumando elementos a una amarga trama que debe despegar en la tercera entrega, donde también merecerán su tiempo la relación entre Gamora y Nébula, la venganza y descanso de Drax y la aceptación de la parte humana de Star-Lord, pero no adelantemos acontecimientos y volvamos a lo logrado en la segunda entrega.
El volantazo cósmico marvelita es fundamental para evitar la repetición a la que se enfrenta una compañía que estrena tres títulos al año con un trasfondo argumental compartido. Para romper esa monotonía de continua presentación de personajes, nada como arriesgarse con las viñetas más locas de la compañía, pero arriesgarse de verdad. Gunn nos presenta a criaturas imposibles que escupen arcoíris, hombres que surfean en naves supositorio y caras que se deforman al sobrepasar las leyes de la física. Si vas a ir al espacio y no te atreves a poner un planeta que habla y un buen campo de asteroides cuánticos, mejor quédate en casa.
Una de esas apuestas temerarias se toma con el personaje del padre, el complejo Ego encarnado por el todopoderoso Kurt Russell. No solo logran contarnos su historia como si fuese fácil de entender, sino que consiguen que su decadente caída a los infiernos sea lo suficientemente progresiva e interesante como para lograr el mejor villano marvelita hasta la fecha.
Lo mismo ocurre con el humor. Si te enfadas porque quieres ver una pelea random que ocurre en segundo plano mientras se gastan una pasta en hacer que una planta baile un temón de la ELO, no es un fallo de la película, es que no has pillado el chiste. Luego te ponen la pelea, esto no es la ’Godzilla’ de Gareth Edwards, pero entiendo que hay que ser de los que disfrutan alargando una broma hasta que deja de ser graciosa y, tras insistir un poco más, vuelve serlo con más fuerza que nunca.
La compilación de temones es, si cabe, aun mejor que la anterior. El ‘Awesome Mix Vol. 2’ incluye joyas de Sweet, Fleetwood Mac, Sam Cooke, Cat Stevens o Cheap Trick, además del ‘Mr. Blue Sky’ de Electric Light Orchestra que, si bien es verdad que no es ‘Twilight’, el gloria bendita. Salvo el coñazo de ‘My Sweet Lord’ de George Harrison, no parecen metidas a capón como en yasabemostodosquépelícula.
Si uno es paciente, además de disfrutar de unos currados títulos de créditos finales salteados con hasta cinco escenitas de puro relleno, podrá escuchar el tema original ‘Guardians Inferno’, compuesto por el propio Gunn y Tyler Bates, autor de la banda sonora de la película, que viene firmado por la banda ficticia The Sneepers, nombre que hace referencia a unos alienígenas poco usados del imaginario Marvel. Esta variación disco del leitmotiv principal de la película, como aquella de Meco con ‘Star Wars’ en los setenta, incluye una parte cantada por el mismísimo David Hasselhoff. Aquí os la dejo, yo es que ya no sé qué más queréis.
Hasta aquí mi defensa galáctica, extensa pero sincera. Si incluir algún exceso de metraje es el precio que hay que pagar para ver la obra de un autor con total libertad creativa, compro. Marvel lleva 3 pelis reguleras, 3 pasables, 3 buenas, 2 muy buenas y, gracias a ‘Guardianes de la galaxia Vol. 2’, 4 redondas.
Nueva adaptación de 'Lady Macbeth de Mtsensk', relato de Nikolái Leskov, que ha sido trasladado a la pequeña y gran pantalla en multitud de ocasiones.
La que nos toca, dirigida por el debutante William Oldroyd, consigue una gran protagonista gracias a la estupenda Florence Pugh, un diseño sobrio y simétrico, y una fotografía fría a juego que atrapa al espectador desde el inicio.
Una pulcra historia sobre una maltratada mujer burguesa que decide apoderarse de los bienes de su marido para disfrutarlos con su amante. Elegante, simple, efectiva, distante y, menos mal, corta.